Suma en casa

El gran déficit, transcurridas las primeras 19 fechas, venía siendo cosechar puntos jugando en condición de local (apenas 3 halagos). En medio de una regularidad galopante, de a poco, el equipo comienza a hacerse fuerte en el Estadio Centenario, un dato que no debe pasar desapercibido. La media inglesa que expuso Pascutti luego del empate en Florencio Varela tuvo su paso inicial productivo por que Quilmes ganó. Y ganó bien.

Decir que el Cervecero necesitaba los tres puntos resulta reiterativo, ya que la frase fue empleada miles de veces y el equipo nunca podía cumplir con la premisa. Teniendo en cuenta que All Boys llegaba con cuatro derrotas consecutivas y al borde de ingresar en zona de promoción (finalmente, con el resultado obtenido, cayó en ese lugar), el abanico era interesante para aprovecharse del adversario, más allá de que ellos, según los números, se sienten cómodos jugando fuera de su cancha; sumó 18 puntos de los 29 totales.

El Beto reconoció públicamente que iba a plantear los partidos de distinta forma, dejándose llevar por si se jugaba adentro o a afuera. Actuó en consecuencia y metió mano para esperar al elenco conducido por José Santos Romero. Andrés Manzanares, por llegar al límite de amonestaciones, y Gustavo Reggi, desgarrado, salieron para dejarle su lugar a Juan Olivares y Diego García. El esquema también mutó y se canjeó el 4-4-2 por el 4-3-1-2, con el chico de Wilde como enganche clásico. Los del barrio de Floresta llegaron con un cuadro de situación similar: del 4-4-1-1 pasaron al 3-4-1-2. Luciano Krikorian, Simón Ramírez y Pablo Solchaga reemplazaron a Fernando Sánchez, Marcelo Vieytes y Agustín Torassa, respectivamente.

Cuando Patricio Lousteau, árbitro del partido, señaló el comienzo, Quilmes salió decidido a controlar las acciones. All Boys, bien agrupado atrás, intentaba no pasar sobresaltos. Los ataques del local, si bien el sistema era distinto, contaban con el mismo accionar, es decir, jugadas elaboradas por afuera para terminar tirando el centro a la olla. Olivares no podía entrar en contacto con la pelota, Diego García era bien neutralizado por su marcador, Carlos Madeo, y los volantes por afuera, como en las fechas anteriores, no gravitaban. La posesión era favorable, pero escaseaban las variantes para inquietar a Nicolás Cambiasso, arquero visitante. En una réplica, el Albo agarró mal parada a la defensa Cervecera y Emanuel Gigliotti no llegó a conectar un buen pase cruzado. Con su fórmula preferida, Quilmes se las ingenió para exigir al portero por intermedio de un cabezazo de Nilo Carretero, quien remató tras un centro impulsado desde la derecha.
Lentamente emergía la figura de Sebastián Luna, que se mostraba firme en la marca y decidido para proyectarse en ataque. El ex jugador de Gimnasia La Plata tuvo un rol protagónico en la apertura del marcador.

Después de un tiro de esquina mal aprovechado por el Albo, Aparicio salió jugando y entregó limpia para García. El Gurí se abrió hacia la derecha y terminó volcando el juego para el medio. El uruguayo recibió y tocó rápidamente con Olivares, que se asoció con Luna para que este culmine con el volante izquierdo. Carretero, con muchas licencias para moverse sobre su sector, ejecutó un centro que se ensució por un rebote en Jonathan Ferrari, pero el mismo le permitió a Luna tocar la bocha al corazón del área. El 4 acarició con el borde externo de su diestra y por el medio entró, como una tromba, Diego García, quien sacó un soberbio cabezazo que vulneró a Cambiasso que, a pesar de la volada, tuvo que ir a buscarla al fondo. Golazo del Decano, seguramente la mejor jugada colectiva del campeonato, en la cual hubo 9 pases y los actores principales tocaron (el asistidor y el goleador), mínimamente, dos veces el balón.

A pesar del tanto, Quilmes siguió yendo pero no pudo ampliar el marcador. Los de Romero se apoyaban siempre en Gigliotti y sufrían las lagunas del enlace Javier Umbidez. Precisamente el delantero, sobre el final, pudo ganar la cuerda pero cuando ingresó al área se apresuró y, en vez de continuar, levantó un centro que fue rechazado por Roberto Tucker. All Boys no pudo hilvanar más que eso y, cuando tuvo la pelota, intentó con pelotazos frontales. En uno de esos, Armando Panceri, entrando solo por la izquierda, le dio de aire pero su entrada se estrelló contra el alambrado.

La etapa inicial fue muy productiva para el dueño de casa, que por momentos tuvo buen juego y, a pesar de no haber generado muchas situaciones, manejó a placer ante un oponente que falló en el armado. Nuevamente la historia dependía del QAC.

Para el complemento, y como se podía prever, Pepe le quiso dar otro vuelo a su equipo y realizó dos modificaciones para tener el cuero en el medio: Ariel Zárate (hermano de Mauro, Sergio y Rolando) y Marcelo Vieytes entraron por los volantes extremos Cristian Vella y Armando Panceri. Así, el Chino se ubicó como estratega y Umbidez se corrió al carril derecho. Pascutti, por supuesto, no tocó nada.

Quilmes asumió el rol protagónico, aunque All Boys, por momentos, lo arrinconó, por suerte, sin riesgo para el arco de Pontiroli, quien cumplió su partido 147 con la gloriosa Azul y Blanca. Aparicio, de muy buen partido, asistió a Luna y éste, libre de marcas, sacó un derechazo potente que se fue por encima del horizontal. Los cambios no le venían dando resultados al club de Floresta por que nadie se encargaba de conducir. El entrenador jugó su última ficha y puso en cancha a Torassa en lugar de Solchaga, que redondeó una floja labor. Unos minutos después, en una determinación cuestionada por el hincha, Pascutti introdujo a Marcelo Guzmán por Juan Olivares. Un volante de marca por uno ofensivo, cuando restaban 25 por jugar y con solo un gol de ventaja, resultaba demasiado conservador. Igual, el cambio terminó saliendo bien por la participación del cordobés en la segunda conquista. All Boys, jugado en ataque, dejó enormes huecos en la línea de fondo y resignó las efímeras chances que le quedaban. Quilmes, a diferencia de otras fechas, no perdonó.

Carretero, con un pase quirúrgico, encontró al Chelo, quien punteó ante el cruce desesperado de Krikorian y se fue derechito al arco. Tuvo tiempo y espacio para penetrar y también, una excelente visión para percibir el ingreso solitario de Juan José Morales. Ante el apresuramiento de Ferrari y de Madeo por cerrar, tocó al medio y el centrodelantero goleador infló la red. JJ, que no había tenido un buen partido, no dudó en la única que tuvo y se reencontró con el gol después de 5 partidos. Pascutti, en un festejo profundo, se hizo tiempo para insultar a los plateistas que, minutos atrás, le reprocharon el cambio. Otra vez el DT quedó expuesto ante las cámaras de TV. ¿El resultado? Liquidado y guardado bajo siete llaves.

La visita tuvo una posibilidad muy clara para descontar pero, luego de una buena combinación de pases, Umbidez, libre por la derecha, disparó, Pontiroli tapó con el pie y Fassi, de buen segundo tiempo, tranquilizó sacando al córner. Para hacer correr el reloj, el ex orientador de Almagro y Los Andes, hizo ingresar a Nelson González y a Antonio Piergüidi por García y Carretero.

Sin tiempo para seguir jugando, el hombre de negro, de regular trabajo, pitó y Quilmes ganó tres puntos que, teniendo en cuenta los demás resultados que se dieron, le sirven para recuperar terreno. La figura de la cancha fue Sebastián Luna.

Estamos hablando de una de las actuaciones más convincentes de Quilmes en lo que va de la segunda rueda. Aprobaron las individualidades y el equipo en general, eso es alentador. A Pascutti, si bien el cambio de Guzmán fue defensivo, le salió todo bien y no tuvo errores desde afuera, aunque se repudia la reacción en el gol. Ahora, para sumar a este triunfo, es clave salir a ganar en Córdoba para no resignar ni un punto en una lucha que es tan pareja como oscilante.

FOTO: QUILMESDEPORTIVO.COM.AR

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