VIDEO DE LOS GOLES
Algunos hinchas, en la semana, esbozaban un cómico “a Chacarita le ganamos con la camiseta”. Tan alejada de la realidad suena esa frase que, por creernos superiores a los demás, la realidad nos muele a golpes cada vez que buscamos sacar la cabeza del fondo del mar. Como se advirtió en notas anteriores, la camiseta de Quilmes dejó de ser la camiseta de Quilmes. Hoy, este club no le puede ganar con la casaca ni a Ferrocarril Midland. Quizás Quilmes no sea la institución gigante que pensamos, por que para ser grande hay que pensar como grande, y los dirigentes, analizando con los pies, nos quieren dar un club chico, chato y vacío.
Tanta humillación lastima. Se transforma en algo cotidiano y ya cualquier frustración deportiva se toma con total naturalidad, lo cual hace que definitivamente nos convirtamos en un club chico. Si, Quilmes hoy es un equipo chico, que está totalmente lejos de saltar la barrera de la mediocridad. Directivos mediocres, jugadores mediocres, cuerpos técnicos de Primera B, hinchas que solo apoyan cuando al equipo le va bien… ¿Que pretendemos? ¿Ganar todos los partidos si se toman siempre los caminos equivocados? ¿Aspirar a cosas importantes? ¿Jugar de igual a igual en cualquier cancha? No señores, lamentablemente acá el criterio es distinto, y choca con la ilusión siempre vigente del seguidor que quiere al club de corazón. Seguramente vamos a estar muchos años en esta categoría, es lo que nos merecemos, por que Quilmes es un club de perdedores, y los perdedores, en el fútbol y en la vida, no llegan a nada. De vez en cuando, sí, se da el milagro, pero luego la historia vuelve a ser la misma.
Esto lo podemos cambiar entre todos, pero cumpliendo ciertas pautas, que van desde lo humano hasta lo institucional. Por nuestras redes pululan muchos (simpatizantes) con malas intenciones. Muchos que utilizan un foro de discusión para agraviar a otra persona escudándose en el anonimato. Algunos saben perfectamente de que hablo y cierran la boca, se callan, total es la manera más cómoda de aspirar alto. Estoy cansado de los que no dan la cara, así como también de los que dicen, en los hechos, ser transparentes pero después, cuando hay que actuar, van con la mentira. Yo, desde mi lugar, voy a seguir expresando mi descontento cuando lo considere necesario, aunque para muchos sea insoportable. Las promesas (mentiras) se las lleva el viento. Lo que finalmente queda es la tranquilidad de haber mostrado las cartas de frente.
En la cancha de Ferro se vio el contraste. Las acciones del juego fueron elocuentes. Un equipo sólido, bien armado, bien administrado desde la dirigencia, con una identidad de juego, correctamente trabajado desde la fecha 15 y con ambiciones, contra otro sin sangre, timorato, ridiculizado constantemente, desprolijo, desalmado y que, como peor, le da lo mismo ganar que perder. Dentro de este contexto, el resultado era cantado.
José María Bianco vaya a saber uno que interpretó la semana pasada cuando observó el empate contra Independiente, donde el resultado no fue bueno pero sin embargo se mostraron condimentos atractivos, sobre todo desde el punto de vista ofensivo. El Chaucha asumió y borró con el codo todo lo bueno que había hecho Ricardo Kergaravat, quien se la jugó por algunos chicos que demostraron que les sobra nivel para ponerse la camiseta de Quilmes. Inexplicablemente, el flamante DT quiso innovar y terminó perdiendo el partido antes de salir a jugarlo. Resucitó al impresentable Marcelo Pontiroli, primer error grosero. Luego, les devolvió la confianza a Mauricio Almada y a Nilo Carretero, quien claramente carece de fortaleza espiritual para jugar al fútbol. Respaldó al peor volante central que tuvo el club en los últimos tiempos, Andrés Aparicio, y apostó por la vuelta de un chico que está hundido en un pozo desde hace mucho tiempo, Juan Manuel Olivares. ¿Esto fue todo? No. Sacó del equipo a Enrique Narvay, figura en el último encuentro, y corrió a Diego García de su mejor posición. Peor, imposible.
Paró un 4-2-3-1 marcado, en el cual García estuvo totalmente aislado como volante por afuera, Olivares nunca encontró los espacios por el centro y Carretero, por izquierda, se encargó de perder todo lo que pasó por su zurda. Morales, solitario punta, no hizo nada. Chacarita, cómodo puntero, tuvo al mejor arquero de la divisional, al mejor zaguero, al mejor mediocampo y, lejos, a la delantera más desequilibrante y goleadora (entre Alustiza, Toledo y Aróstegui, que ayer entró en el ST, suman 37 goles de los 53 que tiene el equipo). Quilmes tuvo al peor arquero del campeonato, a la defensa más fría, a un mediocampo intrascendente y a una delantera que, como es tan buena, perdona siempre. El marcador, por lo expuesto, fue generoso por que Chaca, estando arriba, desaceleró.
Juan José Morales, a los pocos segundos de iniciado el partido, contó con una situación clara que fue bien neutralizada por Nicolás Tauber, 1 local. Los primeros instantes fueron de Quilmes, pero los horrores defensivos volvieron a presenciarse en la cálida tarde de Caballito: a los cuatro minutos, Walter Coyette ejecutó un córner desde la izquierda, pelota fue llovida y Mariano Echeverría, totalmente solo, abrió la cuenta de cabeza. En el camino quedó Pontiroli, que dudó entre salir o quedarse y volvió a demostrar que los años pasan y los reflejos también.
Quilmes no merecía perder por que tenía la pelota, pero cuando atacaba, no encontraba la justeza para dar la puntada final. Olivares, tras sacarse de encima a su marcador con un elegante sombrero, desperdició otra nueva posibilidad. A falta de 15 para terminar, Sebastián Luna combinó bien con Morales y finalmente Carretero, por izquierda, recibió libre y el hielo se apoderó de su humanidad. Para colmo, un potente remate de José Luis Gómez, volante Funebrero, impactó de lleno en el tobillo de Diego García; el entrerriano no pudo seguir con normalidad. A todo esto, se agrandaba la figura de Matías Alustiza, quien manejaba los hilos del ataque y le daba constantes dolores de cabeza a la línea de fondo visitante. En el ataque final, precisamente el Chavo le ganó la posición a Luna dentro del área y el de Quilmes lo tocó de atrás. Era penal y el árbitro, Jorge Baliño, dejó seguir. Gracias.
Con la etapa inicial ya consumada, Bianco, en otra movida difícil de entender, hizo precalentar a Roberto Bonet y al pibe Narvay durante los minutos que duró el entretiempo. Todo indicaba que García no iba a seguir, pero además, se podía especular con un cambio que le de al equipo el vuelo ofensivo necesario para llegar al empate. Nada de esto ocurrió. La variante fue Bonet en lugar de García para jugar con el mismo dibujo y claro, cuidar la desventaja.
Sin sed de venganza, el complemento fue otro capitulo para la larga lista de humillaciones. Chacarita volvió a aprovechar un horror Cervecero en el comienzo y bajó la persiana. Aparicio pifió un rechazo dentro del área y le dejó la pelota servida a Alustiza. El petiso la bajó, se acomodó y soltó un remate cruzado que no encontró respuesta en el arquero, que se tiró con más compromiso que convicción. Ahí si, con la ventaja de dos goles y con 40 minutos por jugar, se desató la fiesta. Toques por acá, toques por allá, taquito de Franco Dolci, corridas endemoniadas del Chavo Alustiza que ningún jugador de Quilmes pudo parar, asociación de pases….todo ante la atenta mirada de los nuestros. Olivares debió irse expulsado pero el árbitro le perdonó la vida y Fassi, luego de recibir la segunda tarjeta amarilla, se fue a las duchas antes de tiempo.
Bianco mandó a la cancha a Gustavo Reggi y a Rodrigo Soria (si, el Churro, después de 13 partidos) por Andrés Aparicio y Juan Olivares. Soria, dentro del desastre, le puso ganas y en una linda apilada, le dio el gol al grandote mendocino, que definió con la punta de botín para servirle en bandeja la pelota a Tauber. Eso fue todo. Los de Ricardo Zielinski manejaron el partido con autoridad y jugaron como juegan los equipos campeones. Quilmes hizo todo lo contrario, jugó como juegan los equipos de mitad de tabla para abajo. La sensación que queda: los hinchas tuvimos que sufrir otro nuevo revés por que los jugadores no están a la altura de las circunstancias. Ah, el fútbol es un deporte para vivos, y los vivos usan siempre cualquier camiseta menos la de Quilmes. Por acá, a esa clase de muchachos nunca pasan.
Vergüenza deportiva está claro que no tienen, rebeldía tampoco, amor propio menos, inteligencia es demasiado pedir, exigir que transpiren la camiseta es una utopía. Por lo menos, si cuentan con algo de dignidad, armen el bolso y váyanse a sus casas.
El director técnico, en vez de desvivirse por protestarle a los árbitros, debería poner a los pibes del club y sacar a todos estos impresentables que cada día desprestigian el nombre de Quilmes, cada partido un poquito más. Es increíble, los dirigentes quisieron subsanar el ciclo Pascutti contratando a uno que, en vez de limpiar a los “grandes”, repite los mismos errores que su antecesor. De locos.
Quilmes bajo la conducción de Bianco no tiene futuro, de eso no tengo dudas. No responde a lo que necesita el club, salvo que la idea sea luchar para salvarnos del descenso. Después de ver esto, afirmo que el Chaucha no llega a la próxima temporada. Una lastima que sucedan estas cosas, pero tenemos lo que nos merecemos, gracias a la cúpula directiva que se junto en Bernal para abrochar al “DT saca puntos”.
Y si…..que siga la joda…..!!!Mozo!!!….!!!Pizza, birra y faso para todos!!!.
FOTO QUILMESDEPORTIVO.COM.AR