Un campañón

¿Usted creía que éste fue un año perdido? ¿Qué fue un rotundo fracaso? ¿Qué Alberto Pascutti trabajó mal? ¿Qué los jugadores no dieron el máximo? ¿Qué los dirigentes se equivocaron en el armado del plantel? No, tiene una visión distorsionada. Si contextualizamos la campaña llegamos a la siguiente conclusión: Quilmes, en contrapunto con el pensamiento popular, hilvanó una campaña eficaz. Los resultados avalan la resolución y a continuación se presentarán argumentos para la correcta lectura de la realidad. Deducción pura le llaman.

La columna vertebral, cuando arrancó el sueño, estaba compuesta por Marcelo Pontiroli, Ramiro Fassi, Andrés Aparicio, Adrián Giampietri y Juan José Morales. Para complementar, se apostó por lo “seguro”. Arribaron Mauricio Almada, Antonio Piergüidi, Martín Michel, Martín Quiles y alguno más. Claro, tampoco podemos omitir que se mantuvo la base sólida, los números puestos: Alfredo González Bordón, Esteban García, Germán Alemanno, Roberto Tucker, Jorge Medina, entre otros. Como resultaba poco, en el receso veraniego, se jerarquizó el plantel con las llegadas de Nilo Carretero, Juan Manuel Herbella, Roberto Bonet, Gustavo Reggi y Luis David Fernández, a quien consideran un delantero veloz, goleador, potente, encarador y temperamental. Lástima que nunca le llegó la posibilidad, igual quedan cinco partidos; uno nunca sabe. Como conductor del barco (de la alegría), todos sabemos, se respaldó al Beto Pascutti, con su hijo Marcelo. Después de haber triunfado en Tigre, Almagro, El Porvenir y Los Andes, ¿Cómo íbamos a darnos el lujo de desperdiciar semejante trayectoria? Tipos ganadores no abundan, y menos en nuestro club.

Muy bien. Señor/a, le pido que se tome unos segundos para analizar y reflexionar sobre el párrafo que acabó de leer. ¿Listo? Sigamos agregando condimentos. Acá el principal objetivo es que vean las exigencias (desmedidas) del hincha del QAC. Pascutti, en una charla previa al arranque de la temporada, cargada de sentimiento y motivación, vislumbró: “Estoy viendo un equipo que va a salir campeón, yo no me equivoco muchas veces”. En esta se equivocó, pero tampoco estuvo tan alejado de la realidad. No salió campeón, pero dejó al equipo bien encaminado de cara a las metas propuestas.

Volvemos a enyoguizar la mente. Un nuevo espacio se abre y otra conclusión nos invade: teniendo en cuenta lo vertido, repasando nombres propios (algunos dan miedo) y rendimientos, debemos admitir que la productividad es positiva. Con los jugadores que actuaron, con los técnicos que dirigieron y con los dirigentes que ordenaron, que Quilmes no esté último en la tabla, cola en los promedios, o directamente descendido, es un verdadero milagro del fútbol. Sin dudas, no ocupar el 20º lugar es gracias a un hecho impropio del mundo en que vivimos. Este equipo desafió las postulaciones de los grandes pensadores. Y si, estar sexto con la tabla al revés es un verdadero campañón. No nos podemos quejar. Con lo que tenemos, podría ser peor.

Un dato más antes de entrar a desmenuzar una nueva derrota. Morales, con 13 anotaciones, es el máximo artillero de Quilmes. Agárrese fuerte a la silla: si no hubiese convertido esa cantidad de goles, el equipo, si el torneo finalizara hoy, tendría tan solo 25 unidades. El primer triunfo hubiese sido en la fecha 16 (4-0 a Ferro en Caballito) y la suma de halagos llegaría a los cuatro encuentros. Asusta.

José María Bianco ideó un esquema acorde a su filosofía de juego. Con un esquema repleto de volantes, priorizó batallar en ese sector para, ganando el medio, poder verticalizar en ofensiva. En el fondo, una línea de tres mentirosa que contó con el “aporte” de Sebastián Luna y Mauricio Almada por las bandas. Como consecuencia, un 3-4-2-1 que salió a aguantar en Tucumán. Atlético, que con estos tres puntos se perfiló para el ascenso, tuvo viveza para plantarse.

El primer tiempo fue discreto. Quilmes, de entrada, dispuso de dos aproximaciones al arco custodiado por Lucas Ischuk: un centro desde la izquierda de Juan Olivares encontró la cabeza de Morales, quien, entrando por el segundo palo, cabeceó cruzado y afuera. Otro envío, esta vez desde la derecha ejecutado por Luna, conectó con el centrodelantero del QAC que ganó entre Andrés Bressán y Javier Páez pero su testazo fue contenido por el arquero ex Independiente. El Cervecero era superior con poco, pero en la réplica, Matías García, enganche tucumano, sorprendió a Matías Giordano con un zurdazo de lejos que, de no haber sido por la rápida respuesta del 1, hubiese sido un verdadero golazo. Las situaciones no se suscitaban, aunque el conjunto local, de a poco, ejercía presión e inclinaba la balanza.

Una falta infantil de Luna en posición de marcador de punta, derivó en el único tanto de la noche. Los errores defensivos no se pudieron ausentar en el Jardín de la República y Quilmes volvió a pagar caro la falta de criterio de algunos jugadores. Sebastián Longo levantó desde la izquierda, Juan Azconzábal anticipó a Fassi en el centro del área y, por el segundo palo, libre de marca, arremetió Páez para reventarle el arco a Giordano. Locura y delirio en las 30.000 almas que coparon el Estadio Monumental José Ferro. Para rever: inadmisible cometer infracción tan cerca del área con la altura que poseen los hombres de Atlético. Mal tomadas las marcaciones, primero por parte del Colorado y después, la más grave, de Tucker, quien dejó en evidencia que su labor deja mucho que desear; inmerso en una siesta fatal, fue espectador de lujo, perdió al autor del grito y cuando reaccionó la pelota ya estaba adentro. Impresentable. Para completar la faena, en la maniobra venidera, perdió nuevamente con Satanás y casi llega el segundo.

Los de Héctor Rivoira llevaron el partido al terreno de la comodidad y Quilmes, sin ideas y totalmente perdido, deambuló por el campo. Sobre el cierre, Luis Rodríguez avanzó sobre la derecha, descargó hacia el medio y Matías García, con un zurdazo que pasó muy cerca, estuvo a punto de estirar. El rendimiento Cervecero se fue desdibujando tanto que Ischuk, más allá de las dos de Morales, no tuvo trabajo

El elenco visitante defendió atrás. Los volantes ofensivos arrancaban desde muy lejos y no llegaban a gravitar. Diego García, de rendimiento opaco, y Olivares, otra vez perdido por completo, nunca se cargaron el equipo al hombro. Atlético fue efectivo y explotó al máximo las debilidades del rival. En Quilmes algo había que cambiar para intentar torcer el resultado. Aunque las ganas de no pasar papelones fueron más que la sed de triunfo y la historia se repitió.

Ya en el segundo tiempo, la Pulga Rodríguez exigió a Giordano con un disparo de zurda primero y con otro desde media distancia luego. Quilmes no salía del letargo y, mientras el reloj se consumía, los tucumanos se adelantaban en la cancha. A los 8´, Bianco, en una variante difícil de explicar, puso a Jorge Medina en lugar de Luna. El Tato entró y con rapidez se contagió de la apatía colectiva. No hubo grandes situaciones de peligro y eso, por una cuestión lógica del resultado, fue favorable para Atlético. Al igual que en el 0-2 ante Chacarita, el Chaucha consideró prioritario cuidar la desventaja (claro, queda más lindo perder 1-0 que volverse con una goleada estrepitosa por ir a buscar el empate). Enrique Narvay reemplazó a Diego García y Sergio Marclay, cuando quedaban diez minutos, hizo lo propio por Marcelo Guzmán. Dos remedios tardíos que no sirvieron para matar la rabia.

Si, Quilmes caía y en el ST no había estado ni cerca de inquietar a Ischuk. Recién cuando restaban tres minutos, Narvay sacó un tibio remate que picó y terminó en las manos del portero. Eso fue todo. Poco para intentar recuperar la diferencia. Poca actitud para imponerse y a poco quedaron de transformarse en el peor equipo de los últimos años, bien cerca del monstruo que parió Mario Gómez (al final de ese año, descenso y 21 puntos sobre 114 posibles). Una postal de la mediocridad reinante.

Tras otro partido en el cuál no se rescató nada, vale considerar algunos rendimientos: el nivel de Fassi, Tucker y Almada es trágico; el ex Rosario Central sale lejos y pierde, se queda en su posición y pierde, salta a cabecear y pierde, se tira al piso y pierde. Un fenómeno. El ex pintor, otro que se acostumbró a caer siempre, hace agua por arriba, por abajo, no puede dar un pase seguro. Almada es otro abonado al “quedo pagando”. Si alguien, de forma coherente, puede fundamentar como hizo para ser jugador profesional y vivir del fútbol, le firmo un cheque en blanco. ¿Herbella? Por lo menos no quedó tan expuesto. Sin un arquero seguro a lo largo del torneo y sin defensa es imposible. Las actuaciones de Olivares preocupan, no sólo por su desempeño, sino también por que se equivoca en conceptos básicos, por ejemplo, al no poder elevar con precisión cuando dispone de un centro, tiro de esquina o tiro libre.

Hay que dedicarle un párrafo aparte a Andrés Aparicio. El uruguayo, desde que se puso la camiseta de Quilmes, fue empeorando de manera constante. Cada partido un escalón más abajo. Y así hasta el piso. O sea, al equipo diezmado que tenemos, el volante central le aportó un grado mayor de negligencia. Su nivel, que dista de ser malo (es peor que eso), es idéntico al poder de análisis que tiene. Luego del partido, declaró que el problema es que faltan jugadores de experiencia y allí radica el principal inconveniente. Amigo Aparicio, déjele su lugar a otro y váyase, bastante tenemos que aguantar cuando lo vemos jugar a la pelota. Aborrece su estilo y sus palabras.

Para cerrar, y como no podía ser de otra manera, a este paupérrimo plantel se lo premia con el fin de semana libre. Como condecoración, o quizás como agradecimiento, por hundir a Quilmes. ¿Dos días de descanso? Sólo en esta institución se agasaja a los perdedores. Los problemas acá no se originan por “falta de jugadores de experiencia”, nacen por la poca predisposición al trabajo y al esfuerzo. Con dos días de descanso lo único que se logra es seguir acortando los tiempos de preparación y eso no se puede permitir, mucho menos cuando las frustraciones son moneda corriente.

La REMAKE PASCUTTI está en marcha. Ajustémonos los cinturones que el tobogán baja en picada…

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