No encuentra oposición

El encantador hace sonar la flauta dulce pero la serpiente, cansada, ya no bambolea su cuerpo. La melodía busca seducir oídos inundados de cera. Que, a pesar de perseguir los avances tecnológicos, aún deben conformarse con discursos extraídos de discos de vinilo. Una capacidad sonora que ya no escucha. Igual, en determinada circunstancia es mejor que no escuche, porque a veces la música con letra rara sólo sirve para confundir. Si quien firmara esta nota fuera el Indio Carlos Solari, diría que “no se entiende el menú pero la salsa abunda”. Quilmes no es únicamente el segundo puesto en la tabla de la Primera B Nacional; no se reduce a ocho partidos sin conocer la derrota; no todo lo bueno pasa por la riqueza técnica de Francisco Cerro o por las atajadas monumentales de Emanuel Tripodi; tres partidos en serie después de dos años; mucho menos por el aliento incondicional de miles y miles de almas que se amontonan en el medio del cemento para poder gritar un gol. Quilmes, según el flamante presidente, “está muy bien económicamente, no tiene embargos ni hipotecas”. Pasa “el mejor momento económico de los últimos veinte años”. Es brillante. La ecuación cierra a la perfección. Números holgados, plantel de primera línea, resultados deportivos. El sueño del pibe.

El pueblo Cervecero siempre sufrió castigos de todo tipo. Por el camino pasaron puñales, heridas y manchas de sangre a raíz de defectuosos manejos políticos, ascensos frustrados e innumerables manoseos del poder. Desde el negocio redondo del Grupo Exxel hasta que te pinte la cara cualquier equipo en el Estadio Centenario. Corrió mucha agua debajo del puente. Son años de tomar cerveza negra. La violación verbal es intolerable, aunque el cuero del simpatizante de Quilmes esté curtido. Esa es la luz de esperanza. Las declaraciones de Carlos Coloma son, como mínimo, balas que pican cerca del corazón. A su vez, también contradictorias. Un club que subsiste vendiendo juveniles de la Octava División evidencia manotazos apresurados para emparchar errores del pasado, como consecuencia, la lucidez que intentan vender es ficticia. Las aventuras de Alicia en el país de las maravillas sostienen la parte novelesca de una película paupérrima y vergonzosa. En definitiva, el círculo cierra siempre de la misma forma.

Coloma grafica la realidad institucional del Quilmes Atlético Club con el pincel del mejor Pablo Picasso, con el quiebre de cintura del mejor Ariel Ortega. Como la mucama cuando quiere dejar prolijo el cuarto del nene: dobla las medias y las guarda en el cajón. Extrema facilidad para generar un clima de fantasías. Habilidad en estado puro. Se jactan de ponderar la palabra del asociado, pero si cualquier afiliado quiere ver el estatuto de la institución (derecho básico del cual debería ser poseedor) en la página oficial, se encuentra con una pantalla blanca que dice “Not Found”. Por momentos, al contexto es más feo verlo con ropa que desnudo. Quilmes, manejado por esta clase de personajes, que encima son funcionales a José Luis Meiszner, con quien enfrentarse es lo mismo que ganarse una parcela en el cementerio dirigencial (pregúntenle a Juan Carlos Garbaccio o a Jorge Mañez), se va al descenso político sin la chance de disputar siquiera una mísera promoción.

En lo que respecta a lo futbolístico, el triunfo ante la Comisión de Actividades Infantiles sirvió para reafirmar el gran momento del equipo de José María Bianco. Más allá de la mediocridad de los chubutenses, Quilmes redujo al máximo las posibilidades de su oponente y lo pasó por encima con la autoridad que debe exponer un equipo que desea apuntar a objetivos altos. De a poco, con calma, el elenco Cervecero comienza a adueñarse de características propias de combinados que a la larga terminan festejando. Falta mucho por recorrer, es cierto, pero cuando la esencia sale a relucir, cuando la personalidad prevalece, se dan actuaciones como la que tuvo Quilmes en la noche del lunes.

La virtud fundamental, más allá de los rendimientos individuales, es que los futbolistas están convencidos y consustanciados con la propuesta que baja desde el cuerpo técnico. El compromiso para con la camiseta es el pilar de esta campaña. Al Quilmes de Bianco no le da lo mismo perder que ganar, trabaja los cotejos durante los noventa minutos y, hasta el momento, tiene los puntos que se merece. Hay, dentro del circo de escritorio que rodea, un proyecto que se sostiene con hechos concretos, principalmente impulsado desde el interior del vestuario. Cerro y Claudio Corvalán, como productos de la cantera, Martín Quiles (lo único bueno que dejó el paso de Alberto Pascutti) afianzado en la primera alineación, Tripodi, inexpugnable en el arco, entre otros. El Chaucha está siendo inteligente: sacó a determinados jugadores cuando su nivel no era el esperado y puso a aquellos que atravesaban un buen momento, tal es el caso de Mauricio Carrasco y Ramón Lentini. Además, cualquiera que entra suple la ausencia del que sale sin que se afecte el funcionamiento integral.

El mensaje que cae es claro y los intérpretes saben plasmarlo en el campo de juego con total soltura. El hincha puede ilusionarse porque el contagio, como debe ser, es de adentro hacia afuera. Sumar ocho encuentros invicto (cinco victorias y tres empates) en la segunda categoría del fútbol argentino no es un dato menor. Quilmes maduró, y, a juzgar por los dos últimos choques, ya no regala los primeros tiempos, o por lo menos los duelos no se presentan con el rival en la cúspide del tanteador. En este caso, nadie habló de las fragilidades de la CAI. Nadie habló porque lo del Cervecero fue tan bueno que no dejó lugar para atribuirle parte del triunfo a la inoperancia de los hombres de Claudio Marini y Luis Medero.

En cuanto a nombres propios cabe destacar otra vez a Cerro y a Carrasco. El santiagueño crece a pasos agigantados y encontró el complemento justo en la humanidad de Sergio Meza Sánchez, quien se aferra en el mediocampo. El neuquino es determinante cada vez que toma contacto con el balón, coronó con una obra de arte y afianza la sociedad con Lentini, que lo habilitó en la jugada del golazo. Si algo le faltaba a los ex delanteros de Estudiantes era encontrarse con Facundo Sava, otro que viene derecho. Así, es complicado que una defensa pueda aguantar. Igual, atención: habrá que ver si Bianco decide repetir el tridente ofensivo, por ejemplo, cuando Quilmes salga del Centenario. Por su parte, como no podía ser de otra manera, Tripodi se lució con una triple tapada estupenda.

El párrafo final, si bien fueron mencionados en el transcurso de la nota, está destinado al hincha, aquel que concurre a la cancha por iniciativa propia y con la premisa de ver ganar a su equipo. Y aunque intenten con espejitos de colores, seguirá yendo por la camiseta.

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