Sólo una cuestión de actitud

Los ojos húmedos se posaron en su figura. La lluvia era intensa. Tan intensa que llegó  a rasgar las vestiduras de su firme Barba. Las gotas rodaban por sus mejillas. Estaba completamente empapado. Él jugaba con enganche. Ella creía que lo miraba desde arriba, pero el flaco de pelo largo estaba en la tribuna que da al Polideportivo, colgado de un fierro, en cuero y alentando a su Quilmes querido. Los vecinos miraban la escena y disfrutaban los charcos desde lo más hondo del hogar. “¿Qué hace esa loca en la terraza?”, preguntó un niño. “Así la ropa no se le seca nunca más”, contestó la madre con la primera respuesta que se le vino a la cabeza. Ambos, progenitor y descendiente, ignoraban el motivo real. Su corazón apostólico aún sigue vivo. Es esa gambeta registrada de Diego Armando Maradona, con una cualidad propia de los distintos, de los tocados por la varita mágica. Si Adán y Eva, dicen, fueron los primeros seres humanos en poblar la Tierra y rompieron la cascarita en el sexto día de la creación, ella, impermeable a la tormenta, se posó sobre la superficie que algún mentiroso apañado dejó sin terminar y eligió el sexto día de la semana para ofrendarle tamaña alegría a los fieles que sufrían en el epicentro. La señal eclosionó en la zurda de Facundo Sava… El Cervecero no podía perder…

Meterse en la cabeza de José María Bianco podría ser un juego interesante, por lo menos para interpretar qué es lo que buscó con el planteo inicial. Este Quilmes se caracteriza por ser horizontal. Abre la cancha por los costados y privilegia explotar las bandas con la firme intención de sacar centros direccionados al punto neurálgico del área. Fue un 4-4-2 clásico, amoldado y diseñado para satisfacer los mandatos del entrenador. Con Martín Seri y Matías Di Gregorio como carrileros y con sólo Claudio Corvalán como defensor con relativa vocación ofensiva. Las acciones del partido chocaron fuerte contra los postulados previos que ideó el Chaucha. Resultó ser una estrategia cautelosa, con un alto grado de respeto por el rival. ¿Quién iba a tener la pelota? ¿Quién la iba a administrar? Así, Unión, por supuesto. Él nunca lo va a hacer público, pero alcanza con haber visto los 11 partidos anteriores para darse cuenta que acá se arman los equipos mirando primero el material del oponente (en alguna declaración radial, Marcelo Guzmán lo dijo). ¿Eso está mal? De ninguna manera… El problema se genera cuando resignas parte de tus virtudes en pos de minimizar las del rival. Y da la sensación que el Cervecero se ahoga en un vaso de agua servido por sus propias manos.

En la práctica, todo salió al revés. La elección de Bianco provocó que Quilmes regalara otro primer tiempo. A Seri y a Di Gregorio les encomendaron una función incompatible con sus cualidades futbolísticas. Ninguno está en condiciones de abastecer, más bien son acompañantes prestos a formar alguna pequeña sociedad. Ambos a la hoguera; ambos reemplazados. Primer error del director técnico: pedirle peras al olmo. La carencia de fútbol se notó a las claras. Introducir un enganche no es sinónimo de peso ofensivo, aunque las bases indican que por lo menos el abanico presenta, como mínimo, una opción para actuar de otra forma. La traducción de las lagunas se manifestó con ordinariez y pelotazos por doquier. Contextualizando: el Cervecero tenía que ganar porque, más allá de la condición de local, el lote de arriba iba a quedar lejos. Dentro del campo de juego, la actitud del arranque no fue la que requería un cotejo de semejante calibre.

La expulsión de Derlis Cardozo, a los 33 del PT, no alteró los planes de un Quilmes insulso. Por momentos pareciera que se cuida una caja fuerte que no contiene dinero, que se le pone alarma a una casa deshabitada. ¿Qué sentido tiene? La postura que se toma representa baldear el patio lindero, hacerle un favor al que está enfrente, cuando el espíritu de este juego es hallar los recursos legales y reglamentarios para doblegar la resistencia oponente. El Tatengue no demostró ser el segundo equipo de la tabla de posiciones, pero en un cabezazo de Claudio Guerra encontró una vía válida para imponerse en el resultado. El QAC fue apenas un tiro de Maximiliano Planté en el poste, que encima nació de una asistencia fortuita. El Cervecero no atacó nunca, a tal punto que el primer tiro de esquina en ataque se originó en el epilogo.

El vestuario de Quilmes fue el taller mecánico perfecto para enderezar la nave. Si hubieran colocado cámaras de televisión, al mejor estilo Gran Hermano, hubiese sido un reality show con pico de raiting. Lo cierto es que el giro fue importante. El fútbol siguió sin aparecer, pero cuando el fútbol brilla por su ausencia es cuando deben relucir aspectos relacionados a la humanidad de cada uno de los jugadores, a eso que se guarda bajo una tela con elástico. Y en ese ítem no hay nada que reprochar porque agallas sobran. Por un instante, el torbellino tomó el cuerpo de los intérpretes y la remontada fue posible. Así como se marcan los puntos negativos, hay que destacar que el equipo puso lo que había que poner. Bianco acertó con el ingreso de Mauricio Carrasco y sobre todo con el de Sava, quien resultó fundamental a la hora de correr y lastimar al fondo de Unión. Juan Olivares, que saltó al campo bien, debería darse tiempo para reflexionar por su infantil expulsión en un momento más que delicado. De todas formas, el abanderado número uno fue Francisco Cerro, que volvió a la primera plana después de cuatro jornadas de bajón.

Por ahora, el Decano se puede sobreponer con coraje, pero no es lógico pretender pelear por el ascenso si no empiezan a florecer argumentos futbolísticos. Van 12 fechas, la punta del campeonato está a tiro, pero se requiere de algo más. No se entiende por qué Bianco espera a ir perdiendo para quemar las naves. Aquí se presenta una dicotomía de análisis interesante. Bianco es así porque la esencia de su Quilmes trasluce la idea de primero defender y después buscar contragolpear. ¿Debería arriesgar más? Sin dudas, pero eso implicaría traicionar su filosofía de pensamiento, y se supone que, si tiene que morir, va a hacerlo con el librito abajo del brazo.

Igual hay un error a nivel de pedido popular. Gran parte de los hinchas desean ver rodar la cabeza de Bianco, quien no va a renunciar a sus principios. Ya se ha dicho en notas anteriores: atacar con tres delanteros, un enganche y dos volantes con llegada, no garantiza un triunfo por goleada. Puede inclinarse por una alineación que incluya un solo punta y ser ofensivo 100%. ¿Acaso se aplaudiría a un DT que ponga cinco hombres arriba e igual pierda todos los partidos? Lo que tiene que mejorar el equipo es la forma de atacar, de buscar recursos para abrir a las defensas. Es inadmisible que la única arma sea recurrir a centros frontales y laterales. La llave la tiene el santafesino, nadie más.

En este espacio se ha avalado (y se sigue avalando) el ciclo de Bianco. Debe continuar hasta cumplir su contrato. Es una obviedad decir que siempre es mejor corregir en base a triunfos, aunque no por eso deja de ser un concepto palpable. No es una utopía litigar por un Quilmes hecho a tiza.

Conclusión de la jornada: es sumamente necesario quitarle porcentaje al instinto para comenzar a atribuirle crédito a halagos que lleguen de la mano de las buenas exhibiciones.

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