Restart

El cervecero pisó las tierras de Avellaneda en busca de un triunfo histórico y aunque no pudo conseguirlo dejó cosas positivas. A pesar de que la actitud fue diferente respecto de los últimos dos partidos, Quilmes chocó contra sus limitaciones y no pudo dar el zarpazo. Ha comenzado un nuevo torneo en el que decididamente habrá que mirar la tabla de abajo.

Después del cachetazo recibido frente al globo, quizás uno de los más duros de los últimos tiempos por lo que significó, había que barajar y dar de nuevo. Se había alejado esa sensación de que una victoria podría ser el trampolín que todo equipo necesita para encontrar confianza y rumbearse a una cosecha de puntos que permita  ilusionar. Quizás porque ese día el hincha se dio cuenta de que lo de Tigre no había sido sólo una tarde negra, sino un cuadro perfecto que presagiaba para que estaría Quilmes en este campeonato, y claramente se confirmaba contra los de Parque Patricios. Si bien las posibilidades matemáticas y la inmadurez del torneo dejaban una puerta abierta, la estructura en la que el cervecero se ve inmerso prefirieron cerrar esa puerta y abrir una ventana, pero que quede claro que salir por la ventana es mucho más incómodo que por la puerta.

Las premisas para buscar el triunfo ante el rojo en el Libertadores de América se movían en torno a un cambio de actitud (el equipo se desplomó ante Huracán en los segundos 45), un retoque en el doble cinco (OJ no estaba para jugar), más concentración durante los 90 minutos, y más agresividad en los metros finales. Quilmes cumplió con 3 de ellas, pero falló en una que viene siendo la peor enemiga.

La actitud cambió. La intención de copar el medio y de comer los talones predominó en varios pasajes del juego. Se puede discutir si el equipo jugó bien o mal, pero en definitiva fue a ganar y más allá de cómo jugó mostró ese interés en conjunto, cosa que no se vio por ejemplo en los jugadores de Independiente que hasta parecía que les sentaba cómodo el resultado.

Aunque en la semana amagó a caer en la monotonía, en la redundancia de esta historia que todos conocemos (el que juega mal sigue jugando, y otras decisiones de ese tipo) se vio la mano del técnico. Fue clave el ingreso de Aranguiz (vuelta casi obligada) y la contención de un medio con algo más de velocidad de lo que OJ Morales venía aportando. Pero ojo, Gervasio sigue muy bajo y JJ Morales sigue en una isla a la que muy pocas veces llegan los volantes a visitarlo. Habrá que ver cómo se soluciona esto antes y durante el partido.

La concentración existió y fue más predominante de mitad de cancha hacia atrás, porque a pesar de que el rojo casi no generó situaciones de gol, los centrales y laterales estuvieron atentos para sacar todo lo que venga e intentar salir jugando. La única falla grosera fue la jugada desafortunada de Coronel, una invitación a la primera situación peligrosa que Parra desperdició a falta de un minuto.

En el cuarto y último punto es donde encontraremos la explicación del resultado y de la falta de gol que sigue siendo el enemigo principal. Punch. Esa palabra que está tan de moda y que hace referencia al pase entre líneas, al cambio de ritmo, a la agresividad en el área, a la precisión en los metros finales. Quilmes sigue padeciendo la anemia ofensiva y es muy liviano cuando llega al área contraria. Tuvo muchas situaciones para generar peligro al borde del área, pero no supo cómo encontrar el pase fino y justo que que deje un jugador mano a mano, o un remate de larga distancia preciso que asuste el arco rival. Esto es quizás lo más difcíli de afinar, pero la preocupación crece cuando las situaciones no se generan y no tanto cuando no se concretan.

Esto deberá cambiar. El domingo el equipo generaba expectativa cuando movía la pelota con Raymonda, HIrsig, Aranguiz y Caneo, pero daba la sensación de que si el partido duraba tres días más, terminaría 0 a 0. No había forma de hacer un gol. De todas formas hubo cosas positivas y esas son las que siguen dando una luz de esperanza. Si bien la ilusión del campeontato que todo hincha tenía quedó sepultada, ha comenzado otro torneo, el de abajo. Esperemos que este no sea un punto y aparte sino un punto de partida.

Fotos de Silvana Livigna

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