Todas las rachas se cortan. Las buenas y las malas. En general hay varios componentes que ayudan a que la balanza se incline para uno u otro lado, a quebrar la paridad y a llevar agua para un molino. No sólo hay que jugar bien y ser sólido. También depende de ese golpe de suerte (que no siempre es suerte), de decisiones acertadas, de un buen estado de ánimo ó de que un árbitro no se equivoque. Quilmes parece ser hoy el ejemplo de la ausencia de todos estos componentes, y aunque no juega bien a veces tiene la chance de ganar. Aún así lo sigue desaprovechando.
Son 16 partidos los que el cervecero lleva sin ganar y en el medio ha existido una gran cantidad de variantes como para que el hincha se entretenga, se ilusione y la frustración sea mayor. Las posibilidades de ganar fueron reales, pero a veces Quilmes, a veces la “suerte”, a veces otros factores si hilamos más fino, decidieron darle cuerpo a esta negra realidad que el jueves cumplirá exactamente 6 meses. Con un ascenso de por medio, pasando antes por aquel tiro en el palo sobre la hora de Cardozo contra La CAI en Siberia o el pase de Caneo que nunca llegaba a los pies de Planté contra Platense sobre el final. Ya en la “A” fueron la indecision y las limitaciones en la cancha de Independiente, el fatídico minuto final frente a Argentinos Juniors y una falta de respeto al hincha comandada por Varela en el Parque Independencia, las alternativas que llevaron a Quilmes a punto de romper el maleficio.
Pero Quilmes sigue haciendo historia. Lo hace por lo negativo habiendo tenido la posibilidad de hacerlo por lo positivo (ganarle a Independiente y Newells de visitante). Quilmes no termina de decidirse por irse a la B Nacional o por meterse de lleno a la pelea por la permanencia y sigue jugando a dos puntas. Mientras siga cosechando empates, mantendrá una llama de esperanza (por más mínima que sea) respaldada por la matemática, porque un equipo recién ascendido puede salvarse de todo empatando 35 partidos y ganando 3. Pero mientras siga cosechando empates, sólo empates, lo único que logrará es comprometerse a tener que hacer una campaña casi épica en el clausura del año próximo porque los 44 puntos son cada vez más una utopía.
Todas las rachas se cortan. Pero hay que ayudarlas. Quilmes está lejos de eso y hasta hace méritos para que la actual sea eterna. Así y todo la racha tendrá su fin, lo preocupante es que no sabemos cuándo. Quilmes no sabe ganar. No se anima, pero tampoco sabe. Sería medio muy extraño decir “no quiere”, aunque hay algunos hechos que hacen dudar sobre esta última posibilidad. Que Tocalli siga poniendo a Varela y que encima lo designe para patear un penal, es alimentar una mala racha. Ni hablar de que lo patee como lo pateó.
Contra todo tiene que luchar Quilmes. Contra las decisiones de su entrenador y contra sus propios jugadores. Todo se lo tiene que bancar el hincha. La paciencia de la gente llegó al límite, ya no se puede jugar con eso. Las intenciones son buenas, pero eso no alcanza. El hincha sigue aguantando todo. El hincha sufre. El hincha irá contra Vélez con la ingénua e inocente esperanza de Quilmes algún día aprenda a ganar.