Insólito: van apenas nueve fechas del Torneo Apertura y ya madura el nocaut. Quilmes vuelve a recostarse sobre las cuerdas del descenso. Camina con la mirada apuntando al piso y con la ejecución cerca de recibir la sentencia definitiva. Este presente del Cervecero es una estafa a la ilusión, o es una más dentro de la parva de fracasos deportivos e institucionales. Quilmes es la vergüenza encarnada en el saludo tímido de los futbolistas después del partido ante Arsenal. Quilmes es un cuento que gotea lágrimas en cada renglón, es la postal de la figurita repetida que sobra en el mazo. Y en el manual de reglas de este juego los milagros no existen. Porque el sistema premia a aquellos que buscan el futuro en los procesos coherentes y castiga a quienes construyen mal. Por eso no es casualidad el desbarajuste general que sufre Quilmes.
Dentro de la cancha habrá que discernir entre ser bueno y ser boludo. El precio de ser boludo se paga con derrotas, y en el caso de Quilmes, más allá de los pobrísimos resultados, el derrumbe espiritual inspira esta campaña tristemente célebre. Si bien ganar, perder o empatar es una circunstancia pasajera, los triunfos se consolidan a través de la fortaleza de las fibras íntimas. Hoy el Cervecero es un equipo debilitado, sin convicción, demasiado tierno. Y atención: más allá del optimismo que intentan transmitir los protagonistas, la realidad numérica de la tabla de posiciones cristaliza un panorama desolador, que no se puede tapar con ninguna declaración de rutina. Hay que terminar el Apertura con veinte unidades como mínimo. Si el camino por el que va a continuar Quilmes es éste, con una magra cosecha y con un rendimiento colectivo e individual que se opone al ideal, la B Nacional espera con los brazos abiertos.
El resto es para hurgar en la herida. Es hora de agachar la cabeza y ver cómo se sale de esta situación. Eso sí, siempre con Hugo Tocalli como entrenador, porque él fue el que armó este plantel. El ciclo (y no el proyecto, porque el proyecto nunca existió) debe concluir el último día del contrato del Cabezón, quien es la persona indicada para corregir el rumbo. La perseverancia de Tocalli para no bajar los brazos es destacable y debería tomarse como el punto de partida. La situación de Quilmes es crítica, pero tampoco irreversible.
Llamado a la solidaridad: se buscan linternas para encontrar la luz en el fondo del túnel… ¿Saldrá el sol en Rosario?