Verde

Pasaron diez fechas del Torneo Apertura y Quilmes aún no saboreó las mieles del triunfo. Si bien no es conveniente resignarse, el camino que desanda el Cervecero comienza a astillar las pretensiones de un equipo que “mira la fruta sin poder morderla”. Ya se consumió más de la mitad del campeonato, por eso es momento de abstraerse de las declaraciones rutinarias de los protagonistas para inmiscuirse en el análisis de lo que se transmite desde adentro de la cancha, donde se desnudan las realidades. ¿Qué es Quilmes? ¿Hacia dónde va? ¿Por qué no pudo ganar ningún partido? Hablemos de fútbol…

El factor emocional es fundamental. En las primeras tres jornadas, a pesar de haber cosechado dos puntos sobre nueve posibles, se vio una estructura sólida que invitaba a creer que la prosperidad esperaba a la vuelta de la esquina. Gran ilusión óptica vendió Quilmes, que compró el apetito en pesos y lo cedió a precio dólar. A veces se necesita algo más que buenas intenciones. Cuando las victorias no llegan es imposible tapar el sol con las manos. Y nada garantiza el éxito, sólo son convicciones. Está claro que todo aquel que participa en una competencia juega para alcanzar el principal objetivo: ganar. En el medio se transcurre un trayecto en el que se buscan medios que posibiliten materializar la finalidad. El principal problema del Cervecero fue la carencia de ideas genuinas para generar un circuito efectivo. Y el circuito abarca tanto la defensa como el ataque, porque no sólo se gana con buenos delanteros. Quilmes quedó huérfano en los metros finales, no consiguió regularidad en los mediocampistas y en el fondo la solvencia no fue el factor común.

La madurez como conjunto representa otro factor esencial. Quilmes todavía está verde. Dentro de ese contexto lo que parece pequeño adquiere una preponderancia mayúscula. El aspecto psicológico interviene, incluso es uno de los sostenes fundamentales. Evidentemente Hugo Tocalli por ahora no pudo introducir su mensaje en el corazón de los futbolistas. El despegue muere en una insinuación prolongada. A Quilmes le cuesta sumar porque en el duelo mental entra en desventaja. Contra Arsenal y durante el segundo tiempo en Rosario se vio un avance, pero no fue suficiente.

Lo cierto es que corre el calendario y los números siguen sin cerrar. Lo que hoy se deja pasar mañana habrá que recuperarlo. El viernes espera Vélez, un rival que tiene dificultades cuando sale del José Amalfitani. Quilmes necesita levantarse: el paladar, después de sentirse vacío, pretende retirarse con galera y bastón.

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