Se acordó el barba. Se acordó de que Quilmes existe. Alguna vez tenía que mirar para el Sur y escuchar nuestras plegarias. Ver todo lo que sufrimos e igual copamos y alentamos (salvo algunos boludos que van a insultar nada más… incorregibles argentinísimos de todas las canchas). Hacernos un mimo cuando el equipo no lo merecía. Gracias diosito, gracias por estar. Y gracias por darle talento a uno sólo de los hermanos Cambiasso. Nos vino bien para ganar una final y seguir pensando que se puede.
El viejo de arriba fue. A mi no me quedan dudas. Sino, cómo pensar que con lo mal que jugó Quilmes le podíamos ganar a All Boys (por más sociedad de fomento que sean). Es feo, sí, pero hay que tener en claro que no podemos vivir de milagros. Hay que volver al camino que transitamos contra Racing, aunque no hayamos ganado. Después se puede empatar o perder, pero si jugamos como contra los de Floresta, ni rezándole a Buda, Jehová, Dios o al Máquina Giampietri vamos a zafar del descenso.
Ojo, tampoco vamos a quitarles méritos a los jugadores de dar vuelta una historia que no tenía final feliz ni por asomo. Una vez más demostraron actitud y en base a eso ganamos. Lo que empujan Cerro y Kalinski… dan ganas de meterse adentro de la cancha y tirarse al piso como ellos. Y lo insólito es que hasta parecen contagiarse los incontagiables. Por ejemplo Varela, que entró y rindió. O Romeo, héroe totalmente inesperado. Aunque en el caso del ex San Lorenzo se vislumbra otra predisposición (¿será cierto que cuando el Cervecero no le ganaba a nadie y él no jugaba no pasó a cobrar el sueldo por vergüenza?).
Pero sí hay que remarcar que si no fuera por el blooper tremendo de Cambiasso y el olfato de Jota, hoy ni esperanza hubiésemos tenido de quedarnos en Primera. Tal vez ahora sea el momento de Caneo titular, sabrá Madelón, responsable máximo de que hayamos sacado siete puntos de los últimos nueve.
“Nadie lo podrá impedir, esta noche iré hasta el fin”, dice la Bersuit. Ahí tenemos que ir nosotros. A llegar hasta el final con las misma lucha que tenemos ahora y un poco más de fútbol. El viejo Romeo ganó de arriba y nos dio tres puntos en una final. Pero fue el viejo de arriba el que nos regaló un triunfo vital para nuestros sueños. Aprovechemos este regalito de cumpleaños para seguir en la pelea y no bajarnos.