Podemos discutir si es tarde o si se está a tiempo. Podemos achacar errores hasta pasado mañana. Podemos lamentar que no se sumó en consecuencia, que el equipo no puso proa de cara a su carrera contra el tiempo. En definitiva creo que este último es el sentimiento que nos une a todos. Lo que no podemos es negar que hubo una mejoría, que se vio otra postura. Que Quilmes superó claramente a su rival y mereció ganarle.
Como venimos diciendo cada semana, siempre pasa algo para que el Cervecero no pueda sumar de a tres. Si bien no soy partidario de invocar a fenómenos fortuitos, creo que frente a Independiente sí faltó suerte. En función de la estructura colectiva, Quilmes se paró mejor siempre y generó más que el equipo dietético.
En lo individual, apuntaló la mejoría una grata presentación de Pitu González (interrumpida abruptamente), acompañado por un Kalinski que arrancó perdido pero de a poco vuelve a ser el del Apertura. Corvalán que, sin brillar, hizo sobrados méritos para quedarse con la banda izquierda, un Diego Torres picante, Cauteruccio que las peleó todas. Todos coincidíamos en la previa en que Caneo era el único capaz de gestar algo de juego. Sin embargo, esta vez el ex Boca no respondió y las situaciones se generaron igual. Una mala tarde la tiene cualquiera, Miguel debe estar siempre.
Igual, no todas son rosas. Ante el Rojo, Quilmes fue un equipo totalmente vulnerable en lo defensivo. Y no por los tres del fondo, sino por el retroceso del conjunto en general. El gol de Parra es una muestra gratis. Si un zaguero central rival llega a tres cuartos de cancha con pelota dominada, algo anda muy mal. Y si encima pone un pase vacío para que un delantero (solo) tire un buscapié y el otro (más solo) defina abajo del arco, estamos de oferta. Similar a lo que ocurrió en el primer tiempo contra Tigre, podemos agradecer que Independiente no se haya decidido a atacar más, salvo algún revolcón de Trípodi. Porque cada vez que Quilmes, jugado en ataque, perdía la pelota, parecía condenarse a sacar del medio.
Así están las cosas. Quilmes mejoró pero no sumó, o Quilmes no ganó pero cortó la racha. Son dos formas de ver la vida. Hubo falencias, faltó suerte. Si queda tiempo, no lo sé. Pero si vamos a morir, yo prefiero morir así. Agarrándome la cabeza porque nos cobraron un offside fantasma en el final, y no porque marcamos mal en un córner y nos vacunaron mientras cuidábamos un empate que no servía (como no sirve este). Nos vemos el viernes.
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Fotos de Silvana Livigna para Pasión Cervecera
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