Terapia alternativa

Cuando alguien va al psicólogo, casi siempre va porque tiene un problema, y confía en que el profesional busque los métodos adecuados como para acercarse a la solución del mismo. En general, si las sesiones se tornan monótonas, repetitivas e inefectivas, se suele caminar por nuevos carriles, intentar algo distinto. Por eso, para no volver a repetir todo lo que venimos diciendo incesantemente en cada una de las notas, hoy vamos a hacer otra cosa. No vamos a hablar de Quilmes. Vamos a hablar de Huracán.

Huracán es un equipo insulso, sin alma, sin jerarquía individual. El equipo de Pompei está compuesto por algunos jugadores que atraviesan la curva descendente de su carrera y otros que recién están empezando. El funcionamiento colectivo del Globo es casi inexistente: la única idea que tienen sus futbolistas es tirarle ladrillazos a Maidana (uno que juega bien en serio) y que se arregle.

Los de Parque Patricios tienen muy poco, y casi siempre juegan igual: generan, promedio, una situación de gol elaborada por encuentro. Los goles se originan, o bien de pelota parada, o bien por groseros errores de la defensa rival, aunque esto último no suele ocurrir muy seguido. Su promedio es muy bajo, y a esta altura, teniendo en cuenta su rendimiento, Huracán tiene aspiraciones de promoción, en el mejor de los casos. Y de tener la suerte de alcanzar la reválida, probablemente tendrá todas las de perder. Así las cosas, el Globo cuenta con serias chances de jugar en la B Nacional el próximo año.

Ustedes preguntarán por qué les cuento todo esto… porque este equipo que acabo de describir resumidamente, este conjunto con nivel de mitad baja de tabla del Nacional B, le ganó a Quilmes. Un Quilmes al que también se le podrían aplicar la mayoría de las características antedichas, cambiando a Maidana por Caneo. Y le ganó con todas las de la ley. Más allá de seguir invocando a la suerte, de hablar de merecimientos (que ayer, quizás los hubo), de seguir pinchando con el famoso “dejamos todo”, que particularmente a mí ya me cansó… más allá de todo eso, nada sirve. Quilmes siempre encuentra un motivo, un error, un argumento para perder los partidos.

El fixture de los últimos dos partidos exigía sumar los seis puntos, en su defecto cuatro. Por el contrario, el equipo perdió un partido servido como local, y este que les cuento. De esta manera, en la noche del Ducó se apagó otro puchito de esperanza para creer en el milagro. Y sinceramente, amigo, vos que saliste antes del laburo para estar en la tribuna, que lo sufriste por tele, que leés esta nota y te querés matar, y te querés tirar a las vías en el paso a nivel de Amoedo… a vos, ojalá te queden cigarros. Yo por ahora paso, para mí es demasiado. Lo único que sé es que el sábado voy a estar, igual que todos. Lo demás, que te lo cuente el psicólogo…

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