No se puede vivir del amor

Hacía mucho que no iba a la platea techada del Centenario. Llegué a mi casa con los oídos zumbando de las reiteradas puteadas (sobre todo de una voz muy chillona) a los jugadores. Y me di cuenta de lo equivocado que está el hincha de Quilmes…

No tenemos más que esto muchachos. ¿Qué quieren? Sé que muchos van a estar muy en desacuerdo con esto que digo, pero me la banco. Juró que vi las caras de los jugadores cuando terminó el partido. No les da todo igual. De verdad que creí en esa decepción profunda. Llámenme iluso, inocente, pero lo voy a sostener y a discutírselo a cualquiera.

El grito de “pongan huevos” es totalmente en vano. No me parece que el equipo no haya metido. Es esto lo que hay gente. Un plantel mal armado, de muy poca jerarquía… básicamente malo. Pero que no por eso no se rompen el lomo. Sobre todo los pibes del club. Alsina y Lora no es una criadero de grandes cracks, pero contra River noté a un Corvalán que se comió la cancha. Con errores, como todos, pero con la actitud que el público dice que le falta al equipo.

No se puede vivir de los “huevos”. Con eso se puede remarla en partidos contra rivales de menor fuste (Huracán, Independiente, Argentinos). Pero no contra un River que, sin ser una maravilla, tiene jugadores muy superiores a los nuestros. Ellos tienen a Lamela y a Buonanotte, que parecía que no se les podía sacar la pelota. Nosotros a Caneo y a Raymonda, que juntos no van para atrás ni para adelante. Ellos tienen a Almeyda y a Acevedo, nosotros a dos pibes del club que hacen lo que pueden y que para Tocalli, en su momento, estaban por debajo de Hirsig y Ojota Morales. Así puedo seguir (Ferrari y Grana, Caruso y JJ…). Entonces, los huevos me los pasó por ídem.

Así y todo, no sé si merecimos perder. Creamos más situaciones de gol y tuvimos algunos minutos que presionamos bien arriba. Es más, el mejor momento del primer tiempo se estancó por un par de “fanáticos” de Quilmes que se subieron al alambrado. Lamentable. Lo que sí me dio lástima fue que nos manejen la pelota los últimos minutos, algo que en la era Caruso no resultaba habitual.

Desperdiciamos una fecha en la que perdieron nuestros rivales directos. Estamos más condenados que nunca. Por eso digo que no se puede vivir del amor a la camiseta. Ni los jugadores, ni los hinchas. La próxima vez, quizás podríamos ir a votar todos por un futuro mejor, en vez de pedir huevos.

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