Falta una fecha y Quilmes vive. Tendrá que ganar y rezar, será complicado evitar el descenso directo, pero las chances están. Y aparte, ¿cuándo algo fue fácil para nosotros? Lo cierto es que los hilitos de vida que nos quedaban tras el amargo empate contra Boca, continúan intactos. Desde que arribó Caruso Lombardi al club, rogó por la posibilidad de “llegar a la última con vida”. Ok, está hecho. Habrá que ir a buscar lo nuestro.
Y sí, hoy todos seguimos gritando el gol de Silva a Huracán, hoy agradecemos al cielo el enganche y definición contra un palo de Gigliotti, para destrabar un match cerrado, un empate que complicaba. Pero había algo excluyente, mucho antes. Había que luchar contra los nervios que implica no tener otra alternativa que el triunfo, había que sobreponerse al golpe anímico de la fecha pasada y ganarle, como visitante, a un equipo grande en devaluación, para después poder esperar resultados.
Quilmes entendió que el partido largo no era negocio. Supo que, si se iba al descanso en paridad, la angustia le iba a comer el alma hasta dejarlo indefectiblemente en la B Nacional. Y fue, y tuvo sus chances. Y cuando empezó a merecer el primer gol de la tarde, cuando dejó clara su supremacía sobre el rival, recién ahí la plasmó en la red. El Cervecero no sólo se puso en ventaja, con un golazo de Cerro. También, se liberó de cuestiones psicológicas que más tarde podían pesar, y además, marcó que era más que San Lorenzo. Todo eso en 13 minutos.
Y más allá de algún sofocón aislado, el golpe mental se notó. Quilmes se adelantó en la cancha y pasó por arriba al equipo azulgrana, a tal punto que, en el entretiempo, era una pena no haber podido aumentar la cuenta. Un 2 a 0 habría estado ajustado a la realidad.
Y sí… artículo 1, inciso 1. En el complemento, sufrimos muchísimo. Porque sí, porque siempre sufrimos. Porque el Cervecero de a poquito fue resignando la posibilidad de jugar el partido lejos de Trípodi. Pero en realidad, el triunfo nunca estuvo en riesgo. Sólida actuación de la defensa y patética performance del rival favorecieron a una victoria clave y merecida. Y mientras seguíamos sufriendo, porque si no se sufre no vale, los muchachos nos dieron otra muestra de huevos enormes y Cauteruccio cerró la historia con un golazo.
Quilmes vive. Y si estuvimos todo el año, no nos podemos achicar ahora. Habrá que comerse crudo a Olimpo y esperar. No es una locura. Tengamos fe, porque como siempre en nuestro club, todo puede pasar.
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Fotos de Alberto Hougham para Pasión Cervecera
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Fotos de Giselle Peralta para Pasión Cervecera
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