Cerro se muda a Liniers con el último aliento, una operación que nos hicieron creer fortuita pero siempre estuvo cocinada. La lista de incorporaciones ya precisa algo más que una hoja A4, la simpatía de los nombres desconocidos y la confianza en el ojo de un Caruso obnubilado por la omnipotencia que se ganó en la primera división ya no son tan contundentes. Lo que en mi nota anterior era una apuesta interesante, hoy tiene, al menos, unos cuantos componentes que recuerdan viejas épocas.
Y para colmo, la pelota ya rodó. En general, cuando un equipo de fútbol juega mal y se ve superado, pierde y eso fue lo que ocurrió en Corrientes. Es cierto que los fallos de Laverni condicionaron el partido, pero tanto la jugada del gol del empate como la expulsión de Caneo son jugadas discutibles. Quizás el árbitro tuvo animosidad contra Quilmes, quizás no, pero tampoco sancionó nada inverosímil.
Y Quilmes, que pateó dos veces al arco en todo el partido, tuvo una mala actuación. Me resulta más saludable explicar por ese lado la derrota, sobre todo porque las performances de los jueces no son cuestiones que dependan de nosotros. Hay cuestiones futbolísticas por mejorar y se notaron muchísimo en la Mesopotamia. Ypueden costar caro en un torneo donde casi todos, de movida, van por el ascenso.
Hasta los 25 minutos, por lo menos, se mantuvo la posesión de la pelota, y la tranquilizadora ventaja en el marcador pareció merecida. Pero a partir de ese momento el equipo mostró graves problemas en la mitad dela cancha. Enel lugar donde podría estar Cerro o Kalinski está Luis Benítez, un delantero que se transformó en volante y en el debut la pasó muy mal. Caneo, harto de estar atado a la banda, se fastidia con sólo perder la pelota y sin él las variantes de ataque no aparecen.
Cauteruccio, sacrificado por la expulsión, intentó hasta cuando pudo, y Vázquez no tuvo la chance de bajar una sola pelota. El juego elaborado brilló por su ausencia y con el correr de los minutos las meras insinuaciones se fueron diluyendo. En defensa, algo parecido. Las cosas funcionaban bien hasta que apareció un error grave y, salvo Martínez, ninguno pudo esquivar el desconcierto en el que se sumió el equipo en el segundo tiempo.
Fue sólo un mal comienzo. El Cervecero tiene el crédito abierto para la rápida redención. El mes y medio que pasó desde el descenso tiene que hacer mella en el grupo. La casi-hazaña ya es historia y ahora hay que focalizarse en este nuevo objetivo. Estos jugadores han demostrado que pueden, pero ahora deben volver a hacerlo. Hay que bajar al barro, entender que otra vez estamos jugando en el ascenso. Que no se asciende en diciembre sino en junio y hay que laburar todo el año. Que no hay lógica en el fútbol, y que ganarle a Vélez de visitante no te hace inmune a caer en Corrientes.