El caluroso banquete que recibió a Quilmes en la segunda categoría del fútbol argentino auspició la indigestión de un certamen espeso. Bienvenido a la Primera B Nacional, Cervecero. Bienvenido al mundo real. El recuerdo fresco de un grupo que desde la nobleza luchó por la permanencia es sólo un canto a la nostalgia. Circunscribir el estilo de este plantel a los genes de los hombres que estuvieron cerca de mantener al club en la elite es vivir del pasado. Porque aunque muchos futbolistas sean los mismos, en esencia la concepción es distinta. Hoy hay otras reglas implícitas. La exigencia irrevocable de pelear en los primeros puestos es incuestionable, pero para enfocarse en el regreso habrá que entender que además del juego se necesitan argumentos periféricos que son inherentes a una divisional compleja.
La derrota ante Boca Unidos marcó un sello en la frente, una etiqueta que debe ser codificada como un recordatorio para no repetir errores. Creer que porque Quilmes retuvo la base no va a sufrir la adaptación a la B Nacional sería partir de un punto equivocado. Está claro que los buenos jugadores acortan la distancia entre el deseo previo y el triunfo final, pero también es cierto que los buenos jugadores no aseguran victorias ni certifican ascensos. Si bien Ricardo Caruso Lombardi tiene la materia prima, todavía le falta consolidar las piezas para confeccionar una estructura sólida.
¿El 4-4-2 es el esquema que mejor le queda al equipo? Por lo pronto hay dos indicios que pueden rebatir la idea del entrenador: en Corrientes se lo vio incómodo a Miguel Caneo sobre la banda derecha del mediocampo; y Pablo Garnier estuvo muy mal acompañado por Luis Benítez. Es utópico pensar que Caruso Lombardi va a desarticular el doble volante central, aunque no extrañaría si el Tano introduce algún movimiento táctico para que la generación de juego sea mayor. La visible dependencia de Caneo en la construcción debe despertar a quienes lo rodean para que el circuito ofensivo no se sostenga en un pilar. Jacobo Mansilla, de gran debut, surge como una alternativa interesante.
Por otra parte, de la tarea de Saúl Laverni quedó flotando la inconsistencia del manejo. Sin embargo, hallar los justificativos del traspié en el libro de las excusas resume lo acontecido desde una perspectiva “facilista”. La salida en falso de Emanuel Tripodi y la reacción desmedida de Caneo son desniveles que se transforman en ventajas para el rival. Con la expulsión del Japonés se terminó el cotejo para Quilmes. El Cervecero arrancó encendido pero se diluyó, a tal punto que finalizó sin respuestas. Nunca es conveniente dar obsequios excesivos.
Teniendo en cuenta que era el primer partido, no hay que dramatizar la caída. Sí tiene que servir para afinar la atención y, sobre todo, para dimensionar la dificultad del desafío del retorno. Hay que aprender a convivir con las equivocaciones arbitrales, con las canchas desprolijas y con entornos hostiles. Hay que quejarse menos y jugar más. Hay que saber perder y hacerse fuerte frente a las adversidades. Quilmes puede dar más. Queda mucho camino por recorrer.