Hoy no voy a ningún preámbulo elegante ni tengo intenciones de exponer ningún tipo de comparativa por más que se ajusten a la realidad de Quilmes.
Hoy quiero brindarles mi opinión pura y exclusivamente del juego. Futbol al 101 %
Lo que menos quiero en este mundo es caerles antipático a los lectores ni mucho menos persuadirlos de no sentir más la alegría que deben estar sintiendo en este momento.
Pero debo ser objetivo, y esa objetividad me obliga a decirles que el desempeño de Quilmes antes de quedar en superioridad numérica fue al menos para revisar.
Dos grandes de la categoría se encontraban cara a cara para revertir esa imagen de equipo irregular que está obligado a pelear arriba.
Al comienzo el partido fue una fiel expresión de la divisional: mucha fricción en el medio, estudio, roces y demás yerbas que hacen tan competitivo y duro este torneo.
A Quilmes le costaba mucho amoldarse y hacer contacto con la pelota. Pero aún más, le costaba ganar en profundidad y generar eso que escasea en estos momentos: jugadas de gol.
Caneo sigue apagado y se hace muy cuesta arriba todo si el genio conductor no es el de siempre.
El primer tiempo se fue sin mucho para rescatar, solo algunas intervenciones de Cauteruccio (algunos lujos de más) y el incansable despliegue de Rimoldi que sin lugar a dudas fue la gran figura del partido. Quita, toca, corre, mete, habilita delanteros y así se podría seguir…
Daba la sensación que el tan ansiado y esperado esquema del 4-3-1-2 no era la clave.
El segundo tiempo encontró a un Quilmes más decidido, encontrando buenos espacios por izquierda, con un mugre Corvalán cada vez más indiscutido entre el once titular, tanto en defensa, como en ataque (Mansilla no fue ni la sombra de lo que supo ser frente a Boca unidos), sin miedo de ir al frente ni dudas a la hora de poner lo que hay que poner.
El globo se quedó con uno menos y ahí la cosa fue tomando otro color. El Cervecero se animó más y la llegada del primero fue solo una cuestión de tiempo: Luego de un centro desde la izquierda, Caneo l bajo con categoría de sobra y Martinez fusiló a Monzón con un frentazo, el arquero tuvo buenos reflejos…parecía que no, pero el movedizo y laburador Diz la empujó e hizo estallar de algarabía a las miles de almas albiazules.
Pocos minutos después, y también de una pelota parada, Caneo selló la historia peinando la bola hacia la red.
Despacito, despacito, despacito, la bandera se la m…
Hay que rescatar que con el encuentro casi liquidado, Quilmes siguió buscando, no se tiró atrás en casi ningún pasaje de lo que restaba de partido y buscó el tercero ya más relajado y dándose gustos que con otro resultado no se hubiese dado.
Es increíble como puede evolucionar o involucionar el ánimo y las esperanzas de los hinchas en tan poco tiempo.
No fuimos Central Ballester por perder con Ferro, ni somos el Barcelona por ganarle a Huracán.
Quilmes posee muchísimo potencial, estoy convencido que puede dar más. Hay buen material, hay un DT que trabaja. Hay hinchas incondicionales que alientan siempre pase lo que pase, hay falsos hinchas que persiguen intereses personales, hay dirigentes de los que prefiero no hablar.
Los próximos tres partidos serán determinantes para ver si este equipo está para pelearle a todos, ser protagonista y lograr el único objetivo posible o para deambular por la mitad de tabla.
Fotos de Silvana Livigna para Pasión Cervecera