Desconcentrado. Desde la extensión literal de la palabra hasta la concreción íntima. Con la desesperación de quien observa que apostar con el bolsillo ajeno es divertido mientras no se toque el propio. Sin tapujos para gesticular la incomodidad. En Caballito hubo un cortocircuito impoluto. El césped del Ricardo Echeverri atajó los pedazos de un equipo castigado por las circunstancias cruzadas. Y en el vestuario se sintieron las esquirlas que se generan cuando chocan la rebelión del potrero y la improvisación política. Digna historia de una relación desgastada: peleas, desconexiones, alejamiento y cama afuera. Lejos de la convivencia; cerca de la erosión. Preocupa que a seis fechas del comienzo los dialectos sean tan disímiles. Preocupa que vendan un club saneado cuando en realidad todavía ni terminaron de pagar el premio por el último ascenso.
Es prácticamente imposible abstraer a un futbolista del contexto que rodea la burbuja que habita. Claro, antes que futbolistas son seres humanos, aunque parezca mentira… El fútbol dejó de ser un juego a partir de la irrupción de las montañas de dinero, que desvirtuaron la naturaleza de un deporte que por amor sólo lo practican los que no tienen intereses creados. Si un jugador firma un contrato avalado por los dirigentes, ¿por qué no puede reclamar si no le cumplen con lo pactado? No fue la medida más acertada, es cierto, pero sí es lógico el malestar. Igual hay otros caminos que permiten solucionar los conflictos por vías aleatorias. Sin embargo, hay tantas lecturas como interpretaciones válidas.
Los dirigentes de Quilmes no aprenden más. Asumir compromisos para después no poder respetarlos se convirtió en una costumbre venenosa. ¿Pero Quilmes a la larga paga? Es un justificativo demasiado absurdo si luego se alzan voces que hablan de salvaciones inmediatas, tan mágicas como inexistentes. La gravedad de la situación es que los roces y la desunión sólo condicionan el destino del Cervecero.
En el aspecto deportivo, Quilmes redondeó una tarde que fue la prolongación de los problemas extrafutbolísticos. Inevitable no trasladarlos a la cancha. Además, Ricardo Caruso Lombardi se equivocó en el planteo. No por haber puesto un delantero, sino porque desaprovechó las dimensiones del terreno, uno de los motivos por los que el Tano no pidió sacar a Ferro de su casa: el Decano regaló las bandas. No se entiende por qué razón excluyó a Jacobo Mansilla cuando expulsaron a Emanuel Tripodi, si el que sobraba era Ernesto Goñi. A Germán Mandarino lo paseó por tres posiciones diferentes y terminó con Pablo Garnier de lateral derecho. La radiografía de un Quilmes perdido en todas sus esferas.
No se puede seguir dando ventajas. El campeonato es largo, sí, pero tampoco para regalarle jornadas al calendario. Los directivos deben ponerse al día con los jugadores (y con todo el personal del club) y los futbolistas tienen que encontrar el rumbo para que el equipo vuelva a insertarse en las colocaciones superiores. Mientras algunos se disfrazan de Reyes Magos, Quilmes figura en los diarios por sus miserias internas. Así le va al Cervecero.