Se acabó el paseo

Se acomodó rápido. Ya volvió a ser un equipo, se entiende a qué juega. Lamentablemente, el fútbol no se define por el mereciómetro. Si no, estaríamos hablando de un claro e importante triunfo de Quilmes sobre el rival más complicado, el que mejor se armó, el de mayor presupuesto (por lejos) de los 20 que militan hoy en la Primera B Nacional. Ok, no. Fue empate, y gracias, porque casi lo perdemos. Injusticias.

Antes del partido, me acordaba de lo que había sido la última vez que nos vimos las caras con estos tipos. Aquella vez escribí que Quilmes, literalmente, salió a esperar que le convirtieran, para después ver si se podía maquillar, decorar, con suerte empatar; o si no, culpar a la suerte. Si bien el contexto es otro totalmente distinto, era necesario recordarlo y comprender que la receta no iba. Y sí, se hizo.

Lo más importante, lo más rescatable del planteo fue sin dudas la presión. Como no se ve hace mucho por acá, el Cervecero apretó la salida. Pero no apretó para hacer sombra, exigió, complicó y forzó varios errores en el intento rival de jugar de abajo. Y quizá después el resultado sea una tómbola, quizá no. Pero tácticamente Quilmes ganó y la clave para hacerlo estuvo ahí.

Y generó situaciones, más que River. No obstante, increíblemente no exigió a Chichizola. En la enorme mayoría de los intentos, Quilmes le erró al arco. Y con las bandas bien cubiertas defensivamente, pasó lo que no podía pasar: pelota entre líneas para Cavenaghi que definió cruzado y ahí sí que se vino la noche a las 6 de la tarde. Al descanso en desventaja contra un adversario que casi no había pisado el área de Ezpeleta.

Para el complemento, la historia fue distinta. Quilmes, de a poco, fue sumando gente en ataque por sumar nomás, se fue olvidando de la pelea en el medio que hasta entonces ganaba, y se complicó. El ingreso de Ledesma por un muy flojo Domingo le dio a los de Almeyda más criterio para tener la pelota y la mano se emparejó. Garnier, solo contra el mundo tras la salida de Rimoldi, poco pudo hacer.

Pero el QAC siguió en partido. Y por seguir en partido le demostró a River que no juega solo en el Nacional, que esto no va a ser ningún desfile. Viejo como el fútbol: centro a la olla, cortina, uno que entró desde el banco sin marca asignada gana la escena y a llorar al gallinero. Y nos llevamos un punto valioso. Debimos ganar, sí. Pero dame, dámelo. Que no se escapen. Por lo nuestro… y, sobre gustos no hay nada escrito: a algunos les puede seducir cómo juega Quilmes, a otros no. Pero es innegable que va encontrando el patrón de juego, la identidad. Con los pies sobre la tierra y las ideas bien claras todo es más fácil.
Fotos de Alberto Hougham para Pasión Cervecera

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Video de Goles en HD y declaraciones de Cavenaghi, que parecío haber tocado un par de pelotas en 4 partidos en RiBer en el NacB… Bien calentito (LTA)

 

 

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