A Quilmes lo persigue la urgencia. Y sobre el apuro inmediato de hallar resultados, por momentos encuentra atisbos del juego que necesita para aspirar al ascenso. El Cervecero no brilla por su estricta regularidad, sino todo lo contrario: la bipolaridad lo lleva a ser un equipo indeciso, pero luego agresivo, voraz e intenso. Quilmes se apoya en la vieja frase que indica que “cada partido es una historia diferente”.
No es más que ninguno de los otros conjuntos que participan en el campeonato de la Primera B Nacional ni escapa a la mediocridad de un fútbol gobernado por políticas mediocres (con el eterno Julio Grondona como artífice principal), que en vez de aportar soluciones sólo contribuyen a la mezquindad que cristalizan los entrenadores y los jugadores. No obstante, el Cervecero tampoco es menos que nadie.
La intermitencia mental repercute en la producción futbolística. Nunca hubo tanta verdad como cuando se dijo que “se juega como se vive” y que “no hay equipo más peligroso que uno psicológicamente fuerte”. Este Quilmes volátil es capaz de atropellar a Almirante Brown, mojarle la oreja a River y gozar ante las debilidades de Atlético Tucumán. Pero también puede sucumbir frente a Ferro y Deportivo Merlo, dos elencos que sobreviven con más oficio que destreza técnica. Para afirmar o rebatir la real consistencia del Cervecero habrá que esperar que transcurra el torneo. Que la actualidad del Decano se mueva dentro de la media general del certamen es un síntoma de vitalidad.
Con los tucumanos hubo pasajes de supremacía absoluta y lapsos en los que los baches le posibilitaron al rival acercarse al arco de Emanuel Tripodi con extremo peligro. La estupenda tarea del arquero impidió que los de Jorge Solari quebraran la resistencia de Quilmes. En la sucesión de acciones de riesgo quedó expuesta la mencionada discontinuidad que domina al Cervecero. Sin embargo, el triunfo fue inobjetable porque cuando el equipo de Ricardo Caruso Lombardi estuvo lúcido plasmó la diferencia en la red.
Lo cierto es que para aproximarse al objetivo final va a haber que solidificar argumentos que, en forma de estructura, le den a Quilmes la regularidad suficiente para sacar ventaja. Cuando imperan las oscilaciones, el que logra imponerse es el que consigue lo opuesto a lo que prevalece.