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¡Cómo cambió Quilmes! Qué difícil era imaginar esto después de haber visto las paupérrimas actuaciones tanto ante Desamparados como contra Defensa. Ese equipo abúlico, sin identidad, sin piernas. Por segunda vez consecutiva, patada al tablero. Seis cambios. Miguel afuera, Diz de borrado a titular, Carrasco viceversa. Rimoldi otra vez al banco. La preocupación, y otra vez la sensación de haber perdido la brújula. La ilusión, que está siempre, pero menos argumentada.

Y esa historia de un equipo que resurge siempre que parece que el tren se va. Siempre que hablamos de partido ‘bisagra’, de necesidad de ganar para no quedar tan lejos a pesar de que falte mucho… aparece algo, un rasgo distintivo. Y ojo, que arrancó dormido el Cervecero. Gimnasia le afanó la pelota y lo maniató. Pudo marcar el primero, pero no. Hubo un momento clave en ese primer tiempo, antes del penal y demás, y fue la lesión de Capurro. Si bien Vittor entró enchufado, el Lobo cortó menos y Quilmes pudo jugar más parecido a lo que quiso.

Veníamos diciendo hace rato que una de las graves falencias de este equipo era el hecho de someterse al ritmo que proponía el rival. Esta vez no. El sorpresivo y extraño 4-3-3 pedía dinámica, frenesí, con un Mansilla activo y un mediocampo de puro tránsito. A partir de ahí lo tuvo, lo logró. Los tres de arriba presionaron a full y Quilmes pudo, después de varias semanas, poner un partido en el lugar y en la velocidad que le convenían.

Se hizo desordenado, sí. Pero en ese desorden ganó el Cervecero. Y tras abrir el marcador se acomodó, justificó y fue ampliamente superior a un rival que dio mucho menos de lo que puede. Y cuando hubo algún sofocón, tras la siesta del comienzo del ST, apareció Miguel que solucionó todo: la tenencia de la pelota, el retraso de las líneas, la dificultad para generar peligro. Encima, cedió un gol para la tranquilidad de todos. Los 25 minutos de Caneo fueron para recordar un largo rato.

Otra vez, Quilmes va. Cuando se están olvidando de él, aparece. Y avisa que está vivo. Ahora tendrá que reafirmarlo profundizando en la búsqueda de la identidad de juego. Que, la verdad, no sé si será esta. Es difícil arriesgar cuántos partidos se pueden jugar con tres puntas de arranque, depende de las necesidades. Pero mientras los rendimientos individuales sean como este partido, se podrá innovar más fácil en lo táctico. Material siempre hay. Pero era importante cambiar la cabeza.

 

Fotos de Silvana Livigna para Pasión Cervecera

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