Huevo, juego y algo más

Que River sea un rival directo en la lucha por el ascenso es un dato anecdótico. Matías Almeyda, un muchacho que supo lo que es ponerse la camiseta de Quilmes, mandó a cortar el césped del Fragata Sarmiento para que el Cervecero se pasee y lo gaste. Fernando Telechea, que hizo goles en todos los partidos que el Cervecero ganó de visitante, desactivó la bomba, dominó el balón y definió como si fuera un jugador de Play Station. El exclusivo mérito del delantero valió otro triunfo resonante. No tanto por la envergadura del adversario, que fue doblegado con facilidad, sino por la jerarquía de un equipo que de a poco comienza a entallar el traje que siempre quiso calzarse.

Avivado por el clamor popular, Quilmes plantó bandera en Isidro Casanova y reafirmó que este es el momento para arraigarse a los primeros puestos de la tabla de posiciones. Y la ilusión no se sustenta en hechos ficticios: el Decano se impone porque es superior a su rival y porque, fundamentalmente, tiene lo que le falta al oponente de turno. Si hay que correr, Quilmes corre. Si hay que jugar, Quilmes se anima y juega. La adaptación, en una categoría inestable por naturaleza, es tan importante como los medios que se instrumentan para conseguir los objetivos.

Es cierto que Almirante Brown no pateó al arco custodiado por Emanuel Tripodi ¡ni una sola vez!, pero Quilmes aprovechó la desidia de los hombres de Blas Giunta y los obligó a someterse al dominio absoluto. Con el diploma en la mano, aunque sin descollar, el Decano se propuso justificar el resultado para que no queden dudas de la hegemonía. ¿Fundamentos? Fortaleza defensiva y contundencia hecha carne en la genialidad de Telechea.

La estadística fría indica que el Cervecero registra siete cotejos sin conocer la derrota (seis victorias y un empate), 11 encuentros en la temporada sin recibir goles y 56,67 por ciento de efectividad lejos del Estadio Centenario, entre otras marcas auspiciosas, fomentan una campaña que si en algún momento sufrió altibajos, ahora se sostiene con otros matices. De hecho, Quilmes es el único equipo que obtuvo todos los puntos en disputa en el 2012.

Con los números a favor y un presente sujeto a la más firme realidad, Quilmes va por la senda que conduce al ascenso. Los 17 obstáculos que asoman en el horizonte son finales encubiertas, y a pesar de la euforia hay que entender que un traspié forma parte de la lógica. Por eso es conveniente mantener la compostura y no dejarse llevar. De todos modos, sobrevuela una actualidad que destaca a un Cervecero prolijo y detallista. A Quilmes, hoy, le sobra huevo, juego y algo más.

Comments are closed.