Fútbol por la identidad

El dato empírico e irrefutable dice que después de hacer 7 goles en 90 minutos, Quilmes se mantuvo tres partidos sin gritar uno. Y todos coincidiremos en que el empate con Ferro, sobre todo por el hecho de la localía, es el menos “maquillable” de los tres en serie que lleva el Cervecero. Y preguntás a la cabeza de grupo y el tema pasa por un penal que no te cobran, o por un dulce al rival. Qué sé yo. Uno no va a caerle a Caruso por una mera interpretación, pero ojalá el mensaje hacia adentro sea otro.

Porque ante los de Caballito, Quilmes hizo un mal partido. Por la obligación que le confería la tabla, el momento del rival, los dos últimos resultados y todo lo que quieras agregar, se imponía un partido diferente al que hubo. Y si no sólo no pudiste ganar, sino que no pudiste jugar al ritmo que querías, las culpas están adentro. Lo único que tuvo el equipo para ganar fue actitud. Eso no se puede negar, y tampoco creer que es poco. Muchas veces alcanza. Pero otras tantas no.

El equipo de Caruso fue al frente todo el tiempo, nunca le interesó otro resultado que no fuera la victoria. Bien, dentro de las exigencias de todos, por lo menos de local. Ahora… ¿cómo lo buscó? Mal. Sin inteligencia, cayó siempre en el embudo, con lluvia o sin lluvia, con charcos o sin ellos. De contra, quedó descompensado muchas veces (y no sólo en los minutos del “como sea”), y pudo haber sufrido más de la cuenta. Desordenado en ataque, logró que Berza y Schunke salieran del Centenario con amplios chichones.

Y acá el gran tema. Lo que planteábamos la semana pasada. ¿Qué es la lesión de Telechea? ¿Es simplemente la pérdida de un jugador importante que mete muchos goles y juega para el equipo? Ojalá. Pero contra el Verdolaga se notó otra cosa. “Quiero un equipo parecido”, había dicho Caruso. Y Quilmes, con Diz primero y Vázquez después, cayó en la tentación del ollazo al área, aun antes de lo aconsejable, y así murió en la suya. Entonces: ¿tratamos de ser lo que fuimos siempre, aun sin una pieza clave, o nos adaptamos a lo que hay? Se eligió la segunda y se cayó todo el circuito de juego.

Salvando el no menor detalle del campo embarrado, la apuesta bien pudo ser otra. No estaría mal buscar parecerse al Quilmes de antes de Merlo, desde el juego. El equipo que triangulaba, el que esta vez quisieron Caneo, Chirola y pocos más. Por costumbre, por estética y, claramente, por efectividad. No será lo mismo. Pero se estará mucho más cerca del ideal, ese ideal de hace tres semanas. No es nada, y obvio que el crédito está abierto. Hay tiempo para dar vuelta la página y recordar quién es el Quilmes de Caruso para volver a la A.

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