Punto y aparte

Del empate con Deportivo Merlo no queda mucho por analizar. Fue un partido chato, típico de una época en la que mirar el arco rival es “traicionar las bases establecidas”, sin situaciones de gol ni destreza técnica al servicio del juego. Decir que Quilmes no logró imponerse porque el cerrojo defensivo del Charro fue insuperable es subestimar el potencial del conjunto que conduce Ricardo Caruso Lombardi. El Cervecero jugó mal, más allá de las excusas que se quieran instrumentar para justificar la igualdad. Sin embargo, los resultados de River e Instituto mantienen a Quilmes a dos puntos del líder. En ese aspecto se halla el único resabio “positivo” de la jornada.

La conclusión inmediata es que Quilmes volvió a ser un equipo terrenal. Las actuaciones históricas ante Guillermo Brown e Independiente Rivadavia, se suponía, no iban a ser extensivas al resto de la temporada. Finalmente, en la práctica, se dio una merma en la intensidad, como suele ocurrir después de una seguidilla tan vehemente. El planteo conservador frente a River desaceleró el impulso e incluso el viernes pasado el Decano anduvo con el freno de mano puesto. Pero tampoco es para encender la alarma: cabe recordar que Quilmes registra diez cotejos sin perder (siete victorias y tres empates) y es uno de los grandes animadores del campeonato.

La lesión de Fernando Telechea, sin dudas, fue la peor noticia. Quilmes no sólo pierde al goleador, sino que también pierde al primer defensor. Porque el balcarceño, a pesar de haber demostrado sus cualidades ofensivas, exhibió características poco frecuentes en el estereotipo de un delantero. Alcanza con repasar la acción que derivó en la fractura de su tibia derecha. Quiso recuperar una pelota en la mitad de la cancha y chocó con Juan Carlos Zuleta. Dentro de la estructura actual del Cervecero, reemplazar a Telechea va a ser muy difícil.

Ahora se abre el debate: ¿hay que incorporar un futbolista o hay que darle rodaje a los que quedaron? Si no basta con los seis atacantes disponibles (Martín Cauteruccio, Pablo Vázquez, Facundo Diz, Martín Giménez, Javier Grbec y Sergio Hipperdinger) es porque se seleccionaron mal los delanteros cuando se confeccionó el plantel. Y todos los que están, salvo Hipperdinger, fueron elegidos por Caruso Lombardi. Ante estas encrucijadas hay que saber distinguir el capricho de la necesidad. De todos modos, en algún momento el club, a través de decisiones dirigenciales, deberá aplicar una política de Estado que pondere a los valores de las divisiones inferiores. Si los directivos no toman medidas de fondo, la institución siempre se va a manejar por la urgencia del entrenador de turno.

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