El tiro de gracia

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Yo entiendo que el fútbol ya ni siquiera es partido a partido, semana a semana sino que es día a día, que todo se vive con un dinamismo y una aceleración exageradas, que siempre es más importante el futuro que el pasado, que no existen los proyectos a largo plazo. Yo entiendo que lo que hoy parece una cosa en dos fechas puede ser otra y en dos más, otra completamente diferente. Pero pará, aguantame un cacho, viejo. Quiero permitirme mirar para atrás, y te invito a que vos también lo hagas.

 

Tranquilo, maestro, que no es tanto lo que hace falta retroceder en el almanaque. Es tan sólo recordr cómo estuvimos post-All Boys, cuán rápido nos olvidamos del airoso triunfo en casa. Y era lógico, era por algo. Era porque se venía un partido bisagra, uno de esos que le debíamos a nuestra historia reciente, no sólo por el temita de la provincia molino de viento, sino y sobre todo por el hecho de despegar de una vez y, lo que es mejor, que el rival que venía muerto siguiera muerto.

 

Por eso te digo. Más vale que ya estamos todos con la cabeza en Atlético. Pero te recuerdo esto para mensurar la importancia del resultado en Santa Fe, lo que vale esta victoria. Se ganó una final. ¿Por qué no permitirnos después de jugarlo darle la relevancia que tenía antes? Es muy sencillo: si yo fuera hincha de Unión, pensaría “si no ganamos este, no ganamos más”. Era su chance. Y si no ganan más, por lógica estamos contando un rival menos para pelear.

 

Y Quilmes se lo llevó puesto con total autoridad. Entendió el partido exactamente como lo que era, lo fue a buscar de movida y lo encontró. Se mostró como un equipo maduro y consciente de su pelea, muy por encima de un Unión limitadísimo al que los nervios no lo dejan vivir y cada murmullo de su platea le resulta lastimero. El partido no reviste mayor análisis. Hubo un equipo que lo jugó y otro que lo sufrió y el resultado fue consecuencia estricta.

 

La explosión de Elizari en la red y su paulatina consolidación como conductor del equipo, el trabajo sucio de Oberman, la presencia de Menéndez, el despliegue de Mansilla. Un equipo que se anima a jugar más (en este Torneo Final, siempre arrancó ganando antes de los 10 minutos) y que empieza a entender que sumar de a uno no sirve. Faltan muchas fechas y muchos puntos todavía. Ahora viene una final, pero hay que saber que se ganó otraa que, para Unión, es casi una sentencia.

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