Luego de la derrota inexplicable sufrida frente a Boca, escribí que ese tipo de cosas no me sorprendían porque estaba acostumbrado. «Es la historia de nuestra vida», afirmé. Esta vez la historia y la lógica se burlaron de mi. Estos partidos chivos y urgentes se perdían.
Esta vez el Cervecero se vistió de aguante y le dio una paliza devastadora a un Unión que ya está en coma cuatro.
Lo más importante ahora, por no decir lo único, es sostener esto. Estoy convencido que tanto los jugadores como el cuerpo técnico lo leen de la misma manera y eso me tranquiliza y me fortalece.
Desde el primer minuto se pudo ver al equipo de De Felippe tratando de ser protagonista, desbaratando las pseudo hipótesis de los pseudos hinchas que afirmaban que el entrenador se colgaría del travesaño conformándose con solo una unidad.
Solo siete minutos de juego tuvieron que transcurrir para que entre Mansilla y Cobo armaron una jugada divina de papi y sea el ex Dragón el que haga delirar a la banda cervecera.
A partir del gol el partido fue mutando: por momentos el local intentaba desesperado llegar al arco de Trípodi, de manera confusa y falto de ideas. Por otros Quilmes centralizaba el juego en el medio y así esperaba poder generar alguna otra jugada de peligro.
A los cuarenta, otra vez un gran gesto técnico del mandril le facilitó un mal rechazo de la defensa de Unión al melli Elizari, quien no dudó en pegarle al arco de manera exquisita convirtiendo el remate en su primer grito en la primera del Cervecero.
Si en el primer tiempo Unión estaba desesperado, en el segundo estaba enceguecido, era el Apocalipsis materializado en equipo de futbol.
El ida y vuelta era constante, no servía atacar por las bandas, no servía meterse por el medio y realmente se demostraba en cancha su penosa realidad.
Aunque hay que aclarar que Trípodi sacó dos mano a mano y también un bombazo reventó el travesaño.
En un momento dado se empezó a percibir que el clima estaba más enrarecido que de costumbre; los hinchas locales empezaron a insultar a sus jugadores para luego comenzar una agresión física hacia la gente de Quilmes. La debacle comenzaba.
Luego de la suspensión, la victoria inobjetable de Quilmes no estaba en peligro, solo faltaban contabilizar un fierrazo de Menéndez que dio en el travesaño y el gol de Romero que transformó la victoria en goleada.
Quilmes supo manejar dos herramientas vitales para ganar este tipo de partidos: por un lado el empuje y las ganas, concientizado de la importancia de ganarle a un rival ultra directo, y por otro la inteligencia para saber jugar con la desesperación del rival y así desnudar aun más sus falencias.
Quiero creer y sentir que estamos por la buena senda. El viernes jugamos otra final, no dudo que jugadores, entrenador e incondicionales estarán a la altura de las circunstancias.
Uno por uno
Tripodi (7): Seguro bajo los tres palos, sacó dos jugadas de gol impresionantes. Voz de mando.
Mandarino (6): Le costó cubrir la banda derecha al comienzo aunque después se acomodó. Tuvo ciertos problemas a la hora de proyectarse.
Martínez (5): Si bien mejoró con respecto al partido frente a All Boys, sigue falto de futbol. Pudo realizar algunos quites importantes.
Olivera (5): No fue el de siempre, dejó cortas dos pelotas que Trípodi tuvo que salvar. Igualmente ganó todo de arriba.
Goñi (6): La firmeza de siempre, quites y pases precisos. Poca salida por la banda izquierda.
Días (6): Corrió muchísimo. Alternó buenas y malas. Buenos quites, floja distribución.
Cobo (7): Patrón del mediocampo, quitó todo pero al igual que Díaz sigue fallando a la hora de entregar la pelota a un compañero. Armó junto a Mansilla la jugada del primer gol.
Mansilla (8): Partidazo del mandril. Desgastó su sector. Incisivo en todo momento. Fue el autor del primero y artífice del segundo. Sin duda el mejor de Quilmes.
Elizari (8): El mejor partido desde que viste la blanca. La pausa necesaria. Siempre intenta jugar por el piso, siempre se la da a un compañero, se sacrifica en todas y se dio el lujo de convertir su primer gol en Quilmes, golazo mejor dicho.
Menéndez (7): Mezcla perfecta de inteligencia y sacrificio. Corrió todas y la mayoría las terminó bien. Casi convierte sobre el final del partido.
Oberman (6): Fue una opción peligrosa por la derecha en el primer tiempo. Volvió loca a toda la defensa de Unión con sus corridas y centros. Se lo notó cansado en la segunda etapa.
La gente.
Cerca de 1.000 personas se acercaron a la ciudad de Santa Fe para presenciar esta final por la permanencia en primera división.
De hecho los pasajes que el club puso a disposición se agotaron rápidamente el día viernes.
Autos, motos y hasta micros de línea fueron los medios de transporte elegidos por los hinchas para acercarse hasta la cancha de Unión para ver al Cervecero.
El ingreso al estadio fue muy tranquilo, la entrada de la hinchada también.
Esta vez el cotillón fue completo: tirantes, banderas de palo, percusión, instrumentos de viento y hasta el telón de Argentina decoraron la visitante del 15 de abril.
Cabe destacar que la única intención esto fue armar la auténtica fiesta cervecera como en todas las canchas sin joder a nadie.
Con el correr de los minutos y con la victoria de Quilmes sentenciada, la gente de Unión comenzó primero a insultar a los jugadores y luego a arrojar piedras y demás objetos contundentes a la parcialidad de Quilmes.
Honestamente creo que hay que estar en ese momento y me parece poco sensato acusar al público Cervecero de «devolver las agresiones», ya que es doloroso y desconcertante sentirte atacado y ver como atacan a tu gente.
La barra de Unión dejó su cabecera y se fue acercando hacia las plateas con el afán de descargar su ira por la situación deportiva contra el público visitante.
La policía santafesina como siempre no solo no fue capaz de garantizar la seguridad, si no que empeoró las cosas reprimiendo con palos y balas de goma. Caos total.
La desconcentración se produjo entonces y una vez ocupados autos y micros, las agresiones continuaron en la calle.
Un dato no menor: los muchachos mas caracterizados protegieron en todo momento las banderas y por sobre todo a la gente normal. Un ejemplo de esto fue ver que una vez en la calle muchos de los más chicos de la hinchada se iban mientras los más grandes exigían que se queden resguardando a la gente.
Una pena que no hayamos podido ver el gol de Romero y festejar con nuestros jugadores estos tres puntos más que importantes. Autoridades provinciales y nacionales, fuerzas de seguridad y dirigentes deben tomar medidas de manera urgente. Realmente es un milagro que no haya más muertos en la provincia de Santa Fe a causa del fútbol.
Fotos de Alberto Hougham para PasionCervecera