Ya sé, viejo. Ya entendí. Creo que todos lo tenemos claro. No vale la pena repetirlo. Que no pudimos ganar, que no pudimos salir de debajo de la línea roja, que el resultado no sirve para nada. Todo eso ya lo sé. Yo también tengo bronca por eso, y por lo poquito, casi nada, que faltó para darlo vuelta. Yo también veo que cayó Independiente, que Argentinos se cae a pedazos, que San Martín va a Liniers, y sobre todo que el rival era uno directo. Era la chance perfecta para salir.
Pero la verdad es que prefiero ver otras cosas. De acuerdo con nuestra historia reciente, vamos a convenir que este partido, tal cual se dio hasta los 30 minutos del segundo tiempo, era una frustración más para anotar en esos partidos bisagra que hay que ganar para despegar. Y no se ganó por esos imponderables que parece que siempre nos afectan a nosotros, que nunca la diosa fortuna nos va a tirar una mueca de complicidad.
Ahora lo importante. Sacá el resultado del viernes. Hablemos de lo que hizo Quilmes en cancha. Generó no menos de 10 situaciones de gol, fue al frente como loco, jugó como para ganar con tranquilidad. Debió hacerlo, mereció llevarse el partido por 6 a 3, o algo así. Los nervios no le permitieron lucir firme abajo, y en consecuencia te llegan tres veces y te vacunan tres veces. Así y todo, el Cervecero tuvo actitud y juego dignos de otro resultado.
Y por eso, aunque sé que el 3-3 no sirve para nada, me fui tranquilo el viernes. El equipo demostró que no está muerto ni mucho menos. Menéndez, Elizari, Mansilla, Oberman, Telechea que luce recuperado, Cauteruccio son otra cabeza. El juego colectivo que empieza a aparecer de a poco, la idea de protagonismo que se ve clarita, pensada y ejecutada. No hay por qué no pensar que este plantel pueda lograr su objetivo más allá de no sumar de a 3 ocasionalmente.
De 1 gol en 6 partidos a 10 en 4, da la sensación de que si siguiera existiendo la revista Sólo Fútbol, Quilmes debería tener 12 puntos en aquella tabla que se armaba con los resultados morales. Y claro que no significa nada en términos numéricos, porque con pelotas en el palo no te salvás del descenso. Pero al final del año pasado nos íbamos lamentando derrotas y con más preguntas que un nene de cuatro años. Hoy nos vamos puteando porque faltó un pucho para dar vuelta un 1-3 en 15 minutos, pero sabiendo que el equipo tiene con qué ganarle a alguien. Qué sé yo, algo es.