Pequeñas Historias Cerveceras

CERCA DE LA GLORIA, EL ORGULLO DE SER CERVECERO

Quilmes había vuelto a la Primera División e inició la pretemporada de 1982 con sólo 6 jugadores, ya no jugarían en el club algunos legendarios gladiadores como Fanesi, Bianchini, Salinas, Recavarren o Lupo y el plantel terminaría de armarse muy encima del inicio del Campeonato Nacional. Sin embargo el Cervecero, dirigido por Roberto Rogel, sorprendería a propios y extraños con una campaña inolvidable. Se adjudicó su zona, una de las cuatro en que se dividían los participantes del torneo, luego de lograr 8 victorias, 4 empates y caer en 4 oportunidades.  Dejó en el camino a Unión de Santa Fe en cuartos de final, por la vía de los penales luego de empatar en Santa Fe y en Quilmes y también eliminó al favorito Estudiantes de La Plata, venciéndolo tanto de local como en la ciudad de las diagonales para ganar el derecho a jugar la final del torneo con quien era el equipo del momento, el Ferro de Griguol, inobjetable candidato al título.

Pero más que contarles la gran campaña cervecera, el objeto de este relato es transmitir uno de los momentos de mayor emoción que me han brindado Quilmes y su gente desde que voy a la cancha. El partido de ida, jugado en Quilmes pocos días después del final de la Guerra de Malvinas, y mientras se disputaba el Mundial España ’82, fue empate, en una fría mañana de domingo, gracias a la gran actuación de nuestro arquero, Hugo Tocalli, y en la vuelta, jugada en Caballito, Ferro demostró que era superior y venció por 2 a 0.  Pero la nota la dieron la hinchada de Quilmes y sus jugadores, unos montando una fiesta de aliento a los leones que defendieron la blanquita en tan brillante campaña y otros reconociendo el apoyo recibido.

Cuenta la revista Estadio, de circulación nacional en aquella época: “En la tribuna de Quilmes todo era una fiesta. Una fiesta que la hinchada sureña comenzó mucho antes de las tres y media de la tarde, que continúo durante los noventa minutos sin importarle casi el resultado adverso y el juego desfavorable para su equipo, y que concluyó en forma conmovedora cinco minutos antes del final del partido cuando sus gritos se alzaron al cielo obligando a los jugadores a rendirle un merecido homenaje… Los jugadores, mientras su rival iniciaba los festejos, corrieron a ofrendar sus camisetas a su hinchada como muestra de agradecimiento por el aliento que bajó desde la cabecera ubicada en la calle Martín de Gainza… En ese momento la cosa se embarulló dado que la policía ubicada en ese sector comenzó a repartir palazos a diestra y siniestra contra los hinchas que sólo querían llevarse de recuerdo una camiseta de sus jugadores.”

Un momento maravilloso, opacado por la acción de la policía y por algún amague de enfrentamiento de algunos hinchas de ambos equipos, una gran emoción y la sensación que los gritos de la hinchada de Quilmes tapaban el festejo local, pero claro, uno estaba en esa tribuna, que otra cosa iba a escuchar que la ensordecedora muestra de aliento al subcampeón.  Pasaron solo unas horas para que la televisión me demuestre que también desde la platea oficial, mientras Ferro festejaba su primer título de Campeón, la que más se escuchaba era la hinchada Cervecera.

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Ferro festeja detrás del arco se ve la tribuna ocupada por la gente de Quilmes

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  La síntesis de aquel partido final, que fue suspendido 1 minuto antes de cumplirse el tiempo reglamentario por invasión del público local.

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El equipo que inició aquel partido final con Ferro. Arriba: Clide Díaz, Tocalli, Milozzi, Gáspari, Zapare y Oscar Emilio Gizzi; Abajo: Lorea, Frediani, Acevedo, Converti y Oscar Antonio Gissi. En el segundo tiempo entraron Lucho Martínez y Mané Ponce..

PROMESA ROTA

Corría la gloriosa segunda mitad de la década del 70 y en la tercera división asomaba una promesa. El wing derecho, un habilidoso morocho de rulos llamado Osvaldo Oscar Benítez, el chino, como muchos que llevan ese apellido.
Debutó en el primer equipo el Miércoles 14 de Agosto de 1975, en Guido y Sarmiento cuando el Cervecero, venció a Platense por 1 a 0 en un partido en el que ambos equipos presentaron formaciones amateurs, por encontrarse de huelga los futbolistas profesionales. El chino jugó los 90 minutos y volvió a actuar todo el partido dos fechas después, cuando Quilmes recibió a Flandria y lo venció por 3 a 0, esta vez con el equipo titular de aquel gran campeón de Primera B.

Seguíamos esperando volver a verlo cuando en 1976 apareció jugando el último rato del partido que nos ganó por 1 a 0 San Lorenzo en el Viejo Gasómetro, quitándonos el invicto en la novena fecha del torneo Metropolitano.  Siete días después, el 4 de Abril, el Chino sería titular en el equipo que recibía a Newell´s.  El comentario de la revista Códex Deportiva sobre aquel partido, realizado por el periodista “Villita” y titulado “Un drama cambió el partido” cuenta: “Quilmes animaba un libreto cálido y bien aprendido; avanzaba con cruces y penetración. Parecía tener el partido en sus manos, además se había puesto en ventaja bastante temprano… Pero de pronto, el drama. Ese tremendo azar del fútbol que es la fractura, esa constante del riesgo incentivada cada vez que un hombre se juega entero en la búsqueda del gol. Se iba Benítez. Le salió Carrasco. El arquero hace foul y es penal. La pierna derecha del puntero baila, queda floja y da en el hombro de Carrasco. El infortunado muchacho quiere ponerse de pié y ahí mismo se ve bailar la pierna, en ese grotesco dramático de las quebrazones más bravas. Una sensación de crujido lacerante corrió por el estadio”.

Terrible, solo queda por agregar que todo hincha Cervecero le tomó una gran bronca a ese arquero uruguayo, Alberto Enrique Carrasco, por su temeraria acción. Que nuestro delantero sufrió la fractura en la pierna derecha de su tibia, en tres partes, y también se quebró el peroné. Y que nunca más pudimos ver en con la blanquita a nuestra joven promesa: el “Chino” Osvaldo Oscar Benítez.

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El Chino Osvaldo Oscar Benítez ilusionaba al hincha cervecero. Muy mala suerte tuvo este hábil delantero.

  El villano de la historia. El arquero uruguayo Alberto Enrique Carrasco, que con su temeraria acción lesionó al Chino Benítez. Uno de los rivales más odiados en aquellos tiempos.

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Una imagen de aquella tarde triste. Fito Salinas encara a Rebottaro, ante la mirada de Picerni.

 

UN GESTO INUSUAL

Abel Rolando Moralejo, llegó a Quilmes a principios de 1979. El Cervecero había salido campeón el año anterior y debía afrontar, además de los torneos locales, la copa Libertadores de América, por lo que debió a reforzar su plantel y eligió, entre otros a este jugador poli funcional que pertenecía a Lanús, equipo que había descendido a Primera C. Este jugador alto y de gran presencia, podía actuar como volante defensivo o lateral por ambas bandas. Por antecedentes, parecía no tenerla fácil de movida este muchacho, pero con una entrega terrible y un juego simple pero efectivo no le costó mucho ganarse al hincha Cervecero.

Se recuerda que alcanzó notoriedad en los encuentros que disputó Quilmes con Argentinos Junios en los años 1979 y 80, en especial el primero, la victoria Cervecera por 3 a 0 el 22/4/79, porque Moralejo marcó a Diego en forma impecable y el joven D10s no podía con él. Abel contó como lo hizo en una nota de Olé en el año 2001 “Lo anticipaba y, cuando no podía, trataba de no entrar en ninguno de sus amagues. Trataba de ver para dónde iba a salir con ese pique corto impresionante que tenía, y le ganaba en velocidad, se la sacaba limpita y hasta en algunos casos salí jugando… En la cancha le pedí la camiseta, pero me dijo que ahí no podía y que me la mandaba al vestuario, cosa que hizo. Al otro día, los medios me hicieron famoso”. El ambiente futbolístico lo reconoció como uno de los mejores marcadores del 10. La nota referida a aquel partido publicada por el periódico “La Hoja del Lunes” decía en letras pequeñas “Quilmes goleó a Argentinos” y en caracteres mas grandes “Y Maradona no la tocó”.

Estas pocas líneas sirvieron para “pintar” quien era Abel Rolando Moralejo, quien a pesar de haber jugado sólo dos temporadas con la blanquita (72 partidos, 7 goles) se ganó la admiración de la hinchada Cervecera, y para dar el pié al motivo de este escrito.
Sus muy buenas actuaciones en Quilmes hicieron que Vélez se interesara en él y siguiera jugando en Primera (Quilmes jugó en 1981 en primera B). El domingo 29 de Agosto de 1982, luego del retorno a la A, se produjo su primer partido frente al Cervecero en Guido y Sarmiento luego de su paso por nuestro club. Como era de esperar, Moralejo fue ovacionado al salir a la cancha y aplaudido durante el partido, en el que además convirtió de cabeza el gol visitante (terminaron 1 a 1). Lo que fue una sorpresa fue su gesto. Terminado el partido se dirigió a la tribuna que daba espaldas a la calle Guido y obsequió su camiseta, de Vélez, a la hinchada Cervecera. Un gesto inusual, hoy se diría que inaceptable; en aquel momento los hinchas de Quilmes recibimos muy contentos todo el reconocimiento a nuestro apoyo con aquel simbólico regalo.

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Abel Moralejo en sus primeros días en Quilmes, entre dos héroes cerveceros, Horacio Milozzi y Alberto Fanesi.

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   Moralejo con la camiseta deQuilmes la tarde de 1980 en que el Cervecero empató con River 1 a 1. Arriba: Fanesi, Palacios, Milozzi, Moralejo, Zárate y Bourgeois; Abajo: Godoy, Bianchini, Andreuchi, Gáspari y Salguero.

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El gol de Vélez, la tarde de la anécdota. Ya partió el cabezazo de Moralejo que supera a Tocalli. Acompañan la jugada Carlos Bianchi, Omar Labruna (10) y Eduardo Hernández (7), iban 23 minutos del primer tiempo. A los 18 de la segunda parte marcaría el empate definitivo Milozzi al convertir un penal

 

AQUELLA MÁGICA VUELTA DEL MÁQUINA

Creo que no hace falta aportar muchos datos para hablar del “Máquina” Adrián Giampietri, por su significación como jugador Cervecero y por tratarse de alguien que todavía se encuentra en actividad, por lo que resulta más fácil que vos, lector, lo conozcas, por lo que no hace falta entrar en detalle sobre sus aportes a la blanquita.

Cuando Adrián aún no había cumplido los 21 años, y tenía algunos desacuerdos con el técnico Ricardo Rezza, se fue de la pretemporada realizada en Mar del Plata, en Enero del año 2000, para jugar en Ferro que estaba en la Primera A, pero el club de Caballito se estaba viniendo a pique tanto en lo deportivo como en lo económico, y el Máquina no cobró un peso de los prometidos por lo que en el mes de Abril ya estaba de vuelta con el plantel Cervecero.

Quilmes, que peleaba la punta del torneo con Huracán, empató tres partidos en forma consecutiva y tenía un andar desdibujado, por eso en aquel partido jugado el sábado 15 de Abril con Chicago en Mataderos, el técnico decidió la reaparición del Máquina, quien hacía ya más de cuatro meses que no se calzaba la blanquita.

Y la vuelta de Adrián fue a toda orquesta, le dio la razón a aquella bandera que decía “Con Giampietri es robo” y tuvo una actuación fenomenal (con un 10 lo calificaron Ole y La Nación, con un 9 Clarín), convirtiendo tres goles y manejando los hilos del equipo que jugó un partidazo. Ya en el primer tiempo, que terminó 1 a 1, había mostrado destellos, generó faltas para dos tiros libres desde posiciones peligrosas y dejo mano a mano con el arquero a Braña en una acción que el Chapu no pudo resolver exitosamente.  Pero en la etapa final su actuación sería deslumbrante. Cuando solo transcurrían 25 segundos entrando al área grande por la izquierda se acomodó y la metió con un derechazo “combado” en el ángulo superior izquierdo del arco local.

Luego del empate local y un nuevo gol Cervecero, cuando transcurrían 17 minutos de ese segundo tiempo Adrián le jugó un pelotazo largo a Domínguez que avanzó como puntero derecho y envió el centro que el “10” conectó de “volea” para marcar el cuarto tanto visitante.

El tercero del Máquina llegó cuatro minutos después al “madrugar” a un defensor local que parecía tener controlado un pase largo de Domínguez y conectar la pelota yendo al piso para sellar el 5 a 2 de Quilmes sobre Chicago. Un minuto después el técnico Rezza decidió reemplazarlo por Serafinovich, dando por finalizado el Show del “10” que se retiró de la cancha ante la ovación y el delirio de la gente Cervecera, que había colmado la tribuna visitante de Chicago.

Horas después perdió Huracán por lo que Quilmes quedó como dueño de la punta de la tabla de posiciones, pero la mejor noticia había sido la vuelta del Máquina.

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  El primero del Maquina en aquel recordado partido. Ya salió el derechazo en busca del ángulo superior izquierdo del arco de Chicago.

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El Pirata Czornomaz y el Chapu Braña se suman al festejo de Adrián.

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Giampietri ya conectó desde el piso el balón para convertir el tercer gol propio en aquella tarde del 15/4/2000 en Mataderos.

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