Mucho se habló de que este era un partido perdible. ¿Lo era? Esta disyuntiva puede leerse desde varias perspectivas. Si analizamos la performance de Vélez en el campeonato, no lo era, si repasamos la historia del equipo de capital de los últimos 20 años si lo era. Y la verdad es que yo me inclino más por la segunda postura. Aquel que subestimó el potencial y la jerarquía de los dirigidos por Gareca pecó de soberbio.
Pero lo que más duele e inquieta no es haber perdido contra un gran equipo, si no haber cometido gruesos e infantiles errores nosotros mismos. Ni habla del karma eterno de Quilmes en esta temporada: las malditas lesiones.
De entrada se pudo ver a dos equipos que buscaban ser protagonistas pero de maneras completamente distintas: por un lado estaba el Quilmes guapo y eléctrico que iba al frente como toro enojado y que tantas veces fue el arma que le permitió conseguir buenas recompensas, por otro lado había un equipo sagaz, inteligente y por sobre todas las cosas especulador (en el buen sentido de la palabra), un zorro viejo hecho y derecho.
La ley indica que dos cabezazos en el área terminan en gol, y así lo fue, pero sin intenciones de restarle mérito al delantero, creo que tanto Goñi como el arquero pudieron haber hecho un poco más; el defensor tratar de anticipar el segundo cabezazo y el Trípodi desatornillarse del arco y salir a cortar el venenoso envío.
0-1 abajo y a tratar de repetir los milagros de Rafaela, Estudiantes, River y Newell’s. Con todo al frente. Aunque en esta oportunidad la dupla de creativos no rindió como pueden rendir, y el único punta estaba muy solo como para generar peligro por si mismo.
La segunda parte encontró a un Quilmes cansado, dubitativo e impreciso, que abusaba del pelotazo cruzado y que de generación genuina de juego poco y nada. Pero a los ponchazos se iba igual, se buscaba en todo momento, y la historia reciente había demostrado que hasta que el árbitro no pite el final, nada estaba dicho.
Hasta que entre Lema y Trípodi le sirvieron en bandeja el segundo gol a Vélez, y si bien Ferreyra volvió a tener mérito en la jugada, el paupérrimo accionar del central y el arquero le metieron una piña en el mentón al equipo que trataba de conseguir el punto.
Una lástima todo: el resultado, las lesiones que no cesan, los jugadores que siguen jugando cuando es extremadamente notorio que hay mejores variantes esperando en el banco de suplentes, la irregularidad,etc.
Quedan cuatro finales y hay que jugarlas como tal desde todos los ámbitos; desde los jugadores que tienen que poner todo y corregir errores no aptos para players de primera división, hasta el cuerpo técnico, quien no debe vacilar y poner a los mejores.
Uno por uno
Trípodi (2): Responsabilidad en ambos goles; en el primero por no salir a cortar el centro y en el segundo por el incomprensible movimiento realizado. Inseguro y peligroso para el arco de Quilmes.
Quilez (-): Jugó apenas tres minutos, ya que salió por una distensión en el ligamento lateral interno de la rodilla derecha.
Lema (4): Sacó algunas pelotas, pero perdió casi siempre en velocidad y fue, junto a Trípodi, responsable directo del segundo gol de Vélez.
Goñi (4): Sigue sin rendir como central. No es fino en la marca ni en la entrega. Pudo haberse anticipado el cabezazo de Ferreyra en el primer gol.
Lima (5): Alternó buenas y malas en el sector izquierdo. Fue superado en varias ocaciones, no tuvo determinación a la hora de proyectarse, pero sus envíos a distancia siempre cayeron en los pies de jugadores vestidos de blanco.
Garnier (5): Muy participativo en todo momento, pero el hecho de jugar como marcador de punta derecho lo confundió: descuidó ese sector por querer estar en todos lados. Entregó muchas pelotas a jugadores de Vélez, aunque hay que reconocer que siempre intentó ir para adelante.
Cobo (4): Mala noche del volante central, y como ya es denominador común en el; quitó varias pelotas pero las entregó siempre mal.
Romero (5). El clásico ida y vuelta tratando de que tanto defensores como atacantes se apoyen en el, aunque esta vez dicha estrategia no dio frutos. Llegó a la quinta amarilla y no será de la partida frente a Racing.
Elizari (6): Siempre intentó ser la cara visible de Quilmes y en varias oportunidades lo consiguió generando las pocas jugadas de peligro. Si bien no fue el que puede ser, en todo momento quiso revertir el resultado adverso.
Caneo (5): Aunque tuvo algunas de sus magistrales pinceladas, no gravitó en ataque y le costó meterse en juego. Sufrió una luxación es su brazo y seguramente se perderá lo que resta de campeonato.
Cauteruccio (4): Muy solo en todo momento. No pesó en ofensiva. Desperdició un tiro libre en el borde del área.
Matías Morales (6): Interesante debut del juvenil Cervecero que se plantó en la banda derecha ante la prematura salida de Quilez. Muy participativo en todo momento y exhibiendo un gran despliegue físico. Tuvo en su cabeza la oportunidad de empatar pero la pelota dio en el travesaño.
Mansilla (3): Flojo como marcador de punta (todo Vélez se dio cuenta y atacó por ese sector, y totalmente intrascendente en ofensiva. Está en un muy bajo nivel.
Menéndez (5): Con más ganas que otra cosa, no tuvo oportunidades significativas pero se lo notó con impetu.
La gente
Unos 3.500 cerveceros se acercaron al Amalfitani para alentar al Decano. Bombos, redoblantes y todo el ritmo de los Kamiqaces fueron la banda de sonido de una hinchada que se la vio muy superior a la local (sorprendió la poca gente velezana).
«Somos locales otra vez», «Cada vez son menos» , «No tenés gente, no tenés huevos» fueron las frases mas elocuentes dedicadas al rival.
Al principio el aliento fue muy bueno, hasta incluso después del primer gol local. Aunque en la segunda etapa los nervios fueron creciendo y el aliento cayó un poco.
Tras el segundo gol, la reprobación a Trípodi fue contundente. Despidieron al equipo con aplausos.
Pocos minutos antes del primer gol, un plateista de Vélez se descompuso y fue rapidamente atendido por los profesionales que trabajan en el estadio, aunque lamentablemente luego se confirmó el fallecimiento de dicho hincha.
Fotos de Alberto Hougham para Pasión Cervecera