Lágrimas por verte quedar

Sábado bien temprano a la mañana. Te despertás ansioso, inquieto, nervioso pero sumamente ilusionado. Te vas para el centenario a buscar tu entrada, hacés la fila. Mate va, factura viene, te vas encontrando con tus amigos del tablón, esos que son los únicos que entienden tu locura, porque es la misma que ellos. Después de almorzar agarrás el auto, te tomás el bondi, le mangueás a alguien que te lleve o te subís al Roca. Da igual.

Entrás a la cancha, te acomodás, sabés muy bien que esa tribuna no alcanza para contener tanta pasión, mirás con atención a los chicos de la reserva, esos chicos que sin duda alguna son el futuro de este club y que si este técnico continúa al mando del equipo, van a tener una oportunidad. Empezás a gritar como un desaforado, sale Quilmes a la cancha y tu corazón explota de emoción en miles de pedazos. Sos consciente de que un triunfo te deja casi casi en primera.

El partido arranca y vos mirás a tu alrededor, ves las caras de la gente, de tus pares, exhiben en sus ojos lo mismo que vos, te sentís identificado con todos. El marciano Ortíz la clava en un ángulo y tu sensación es ambigua, por un lado se te viene el mundo abajo, pero por otro sabés que a este equipo le sobran pelotas y que no se van a dar por vencidos ni en pedo.

Pasan los minutos y tu querido Quilmes juega mal, no agarrá una en la mitad de la cancha, no tiene ideas a la hora de atacar y cada contra de Arsenal está cada vez más cerca del segundo. Pero de repente el Teto Goñi mete un pelotazo bárbaro buscando a Cauteruccio y el uruguayo pega un giro notable y acaricia la pelota con la zurda para que Campestrini la vaya a buscar adentro. Te duele la garganta de tanto gritar.

En el segundo tiempo ves a un equipo más atrevido, con muchas más ínfulas, y es ahí cuando te das cuenta que los jugadores fueron al viaducto a buscar lo mismo que vos: los tres puntos. Y tras un corner desde la derecha, un rechazo y otro centro; Dami Leyes la agarra solito y la manda a guardas. Explotas vos y miles y miles y miles y miles, Los que están en la cancha y los que no pudieron ir porque los dirigentes no se animaron a comprar de antemano las cinco mil entradas ofrecidas.

Los minutos corren y la victoria está cerca, Arsenal se queda con diez pero igual va con todo a tratar de arruinarle la fiesta a quien odia con toda su alma, a aquel del que solo recibe indiferencia, y como no podía ser de otra manera y bien a lo Quilmes, Trípodi se reivindica con su gente tapando dos mano a mano terribles que paralizaron el sistema nervioso central de absolutamente todos. Maglio no lo termina más y ese grito contenido de redención se hace esperar.

No hay más tiempo, los tres puntos viajan para la ciudad más hermosa del planeta y vos no sabes que hacer, si gritar, si aplaudir, si abrazarte con el flaco de rastas que tenes al lado, si disimular las lágrimas que se te están piantando o si reirte desaforadamente como el loco lindo que sos.

Las matemáticas dicen que todavía no estás salvado, pero ¿ a quién le importa la lógica y los números en este momento? Te volvés a tu casa con la alegría y la emoción saliéndote de todos los poros, mirás el cielo y agradecés ser hincha del más grande. No ves la hora de que llegue el sábado para hacer oficial ese grito de corazón que dice: Quilmes es de primera, y de primera no se va.

 

Uno por uno

 

Trípodi (8): Tremendas dos atajadas sobre el final del partido que le valieron a Quilmes los tres puntos.

Mandarino (6): Le costó un poco de arranque y cometió errores infantiles. Se fue acomodando con el correr de los minutos. Se lo notó muy activo en todo momento.

Leyes (8): Firme en la marca aunque varias veces enganchó peligrosamente hacia adentro. Convirtió el segundo gol cervecero.

Lema (7). Ganó todo de arriba y muchas de abajo. Se lo vio con concentración y voz de mando, pese a que a veces pierde en velocidad en el mano a mano.

Goñi (6): En el primer tiempo Arsenal se hizo un festín por su banda, le costó mucho afirmarse y fue superado en casi toda la primera etapa. Mejoró en la segunda. Asistió a Cauteruccio en el empate.

Garnier (5): La voluntad de siempre pero un tanto desorientado, perdió varias pelotas claves en la mitad de la cancha.

Cobo (6): Alternó buenas y malas, casi como una constante en el, se lució en el quite, falló en la entrega.

Mansilla (4): Flojo partido de Jacobo, junto con Goñi no supieron cubrir la banda izquierda en la primera etapa. No contribuyó en ataque.

Elizari (6): Si bien no fue su mejor partido, el melli siempre intentó generar juego, la pidió siempre y fue la pausa necesaria cuando el equipo se enloquecía.

Menéndez (6): Aguantó y lucho todas, asistió a sus compeñeros y hasta colaboró en defensa. Debe jugar más tiempo en el área.

Cauteruccio (7): Muy participativo en todo momento. Volvió a convertir y envió el centro que derivó en el gol de Leyes. Bien.

 

La gente

Apenas poco más de dos horas de iniciada la venta de entradas, ya se habían agotado las 3.000 populares que estaban a disposición para los hinchas de Quilmes y quedaban muy pocas plateas. Lamentablemente en ese momento había mucha gente haciendo la fila que no pudo asegurarse un ticket para ir a alentar al Cervecero en Sarandí. Punto a corregir por los dirigentes, quienes no pidieron 5.000 ya que las debían pagar de antemano. En las boleterías se pudo observar a mucha gente que compraba sus entradas sin presentar el carnet de socio. Otro grave error de los organizadores.

Pasadas las 16 horas la tribuna visitante se empezó a teñir de azul y blanco y el ingreso de los hinchas fue incesante hasta pocos minutos del inicio del partido. Y si bien es difícil calcular el número de hinchas, estamos en condiciones de afirmar que había mucho mas que tres mil personas en la popular, mientras que la platea lucía en un 80% de su capacidad.

La gente alentó todo el partido y si bien el sentimiento principal hacia los rivales fue la ignorancia, los hinchas les dieron a entender que cuando Julio Grondona deje sus actividades, el club vuelve a su lugar histórico.

En la tribuna se pudo observar a un hincha vestido de fantasma con una gran letra B en color rojo, lo que le puso pimienta a la noche.

La gente alentó y sufrió en partes iguales, y una vez consumada la victoria, se quedó festejando junto a los jugadores en una suerte de hermosa fusión entre los que juegan dentro y los que alientan afuera del terreno de juego.

 

Fotos de Alberto Hougham para PasiónCervecera

DSC 195 DSC 198 DSC 246

DSC 267 DSC 326 DSC 358

DSC 372 DSC 380 DSC 410

DSC 408

 

 

 

Comments are closed.