Quilmes volvió a jugar mal y cayó en el bosque por tres tantos contra dos y a esta altura, el objetivo/sueño de los 25 puntos es imposible.
Y la verdad me siento preocupado, no por los dos puntos menos que en el mejor de los casos podemos obtener, si no por lo pobre a nivel colectivo y lo irregular a nivel individual.
El equipo de Giunta empezó perdiendo desde el arranque, luego de una exquisita definición de Pereyra.
Gimnasia tenía más y mejor cambio de ritmo, pero Quilmes fue decidido a buscar el empate. Claro que con dóciles e inofensivas armas.
Hasta que un gran tiro de Zacaría selló lo que hasta el momento era la igualdad.
Poco y nada para rescatar en el azul y blanco que si fue campeón.
Los de Troglio volvieron a repetir lo del primer tiempo en los segundos 45, pero para lograr la paridad esta vez los goles que había que marcar eran dos.
Y llegó nomas el momento que sueña todo equipo que se encuentra en desventaja: penal y expulsión de un contrario. Boghosian se la pidió a Caneo, intentando redimirse del gol hecho que se había perdido hace segundos. Y un poco digamos que lo consiguió, aunque volvió a arruinar todo un poco después.
Quilmes con uno más salio con todas las ganas a empatarlo. Y digo ganas porque de ideas ni hablemos. De capacidad menos.
El equipo empezó a jugar al ritmo de Leandro Benítez, es decir, sumamente lento y cansino. Era obvio que de esa forma el lobo se iba a quedar con los tres puntos. Y asi fue.
Muy floja campaña de este Quilmes que coquetea con lo mas bajo de la tabla de promedios.
Ganemosle a River. Quiero pasar las fiestas en paz