El amasijo de un gran sueño

Si tuviera que definir mis sensaciones y sentires en este preciso momento diría que la tristeza, la vergüenza y la impotencia se baten a duelo por ganar el primer lugar dentro de mi ser.

Tristeza porque nos veo mas en la B que nunca, porque nuestro técnico goza de la impunidad necesaria para afirmar que el punto no es de valor luego de que cobardemente sacó a un delantero para poner a un volante y después de poner al Pitu por Caneo a los 47 del segundo. Evidentemente nos toma el pelo.

También me siento triste porque vi un Boca sumamente vulnerable, lejísimos de lo que intenta ser. Un equipo ganable hasta por cualquier club de primera B metropolitana, pero que este desahuciado solo le saca un mísero punto en condición de local.

Vergüenza porque estando a veinte cuadras de mi hermoso estadio tuve que fumarme al infumable de Araujo y su nefasto circo oficialista asquerosamente bautizado «fútbol para todos», pero en este caso sería injusto descargar mi bronca con el fallido ex relator. Acá hay un culpable mayor y todos sabemos quien es. Culpables con S final mejor dicho.

Siento mucha vergüenza por ser noticia nacional por ser el último de la tabla y porque un descerebrado entra a mi tribuna a cuchillazo limpio. Algo mal debemos haber hecho.

Vergüenza e ira se apoderan de mi cuando me entero de que ni mis amigos del alma ni yo podamos gritar a garganta pelada el sooooyyyy de Quiiilmeeeesss, mientras otros que no pertenecen a la comisión directiva (algunos ni siquiera son dirigentes de ningún rango) o directamente son ex barra bravas con olor a rojo y blanco disfruten ver salir al Decano al campo de juego.
Vergüenza es ver en tu propio estadio como chicos «hinchas de Quilmes» buscan desesperadamente a Riquelme para que les firme su casaca blanquita. Indignante.

Y dejo por último la impotencia, ese sentimiento tan radical y omnipresente que a los enfermos de Quilmes pareciera que está totalmente obstinada en no abandonarnos. Es esa impotencia que se ve tan clara cuando un jugador que gana medio millón de pesos al mes vuelve del área rival al trote y bostezando como cuando nuestro presidente se llena la boca de idioteces afirmando que no conoce a los violentos que nos impidieron ver el mezquino empate contra los de la rivera.

Hace tiempo que mi humilde crónica dejó de ser algo meramente deportivo para pasar a ser algo mucho más editorial, siento que de esta manera estoy ayudando un poquito más a mi amado Quilmes. Esta web siempre se caracterizó por no limitarse a solo informar y así lo entiendo hoy en día.
Repito hasta el cansancio lo mismo que mencioné en notas pasadas, a Quilmes lo están matando lentamente. Pero matando de verdad. En nosotros mismos está el cambio. Hoy no se puede. En dos años y pico si. Acordate de días como hoy cuando llegues al cuarto oscuro.

Comments are closed.