100 años en la B

Quizá por las festividades de lo que acá se llama «La noche de brujas» o por algún otro factor, en el suplemento «Ni a Palos» del diario  Tiempo Argentino el canta-autor Zambayonny compartió una historia que me suena de algún lado.

 

Cien años en la B

Zambayonny

Hay una manera infalible de darse cuenta si la Comisión Directiva de un club es inoperante: contratan a alguien para que limpie las energías negativas de su cancha.

Con el Coeficiente Intelectual a la altura de las canilleras se relacionan con curas abusadores pero sanadores, alquimistas a domicilio, mentalistas en los ratos libres, tipos que miraron muchas series, señoras con el chakra grande, videntes con cheques rechazados, hechiceros con el saco manchado, fanáticos de Harry Potter a los 40, manosantas sin Portales, brujos a la López Rega, médiums con el celular sin carga, curanderos con OSDE y astrólogos sin sentencia firme que están listos y ensayados para comerse crudos a los ignorantes que los contratan dentro o fuera del fútbol.

Al final de la acción requerida, estos macarras de la moral suelen decir que encontraron un animal muerto o algún otro elemento perturbador enterrado en cierta parte del campo de juego.

Por esta (y por otras cuestiones) es que siempre andan con una pala.

Existe una famosa leyenda urbana que cuenta la historia de un club de fútbol empantanado en la B Nacional cuyos dirigentes estaban tan hartos de equivocarse al fichar directores técnicos habladores, ofensivos y carismáticos que resultaban ser mediocres, conservadores y vagos, o jugadores prometedores y saludables que pronto demostraban ser medio pelo y entrenados en el bingo, que decidieron ir a lo seguro y contratar los servicios de una bruja para obtener el ascenso.

El arreglo con la escobada consistía en que le pagarían la mitad del sueldo al comenzar el trabajo y la otra mitad cuando se concretara el objetivo.

La bruja aceptó y realizó las pertinentes acciones prodigiosas necesarias que figuran en los antiguos libros de magia para ganar la B Nacional y al cabo de pocos partidos. comenzaron a verse los primeros resultados positivos hasta que al final de la temporada el club en cuestión ganó el campeonato y ascendió a Primera División.

Una vez concluidos los festejos y mientras los previsores dirigentes ya pensaban en los refuerzos para mejorar el plantel, la bruja se acercó a las instalaciones para cobrar la otra mitad del trato. Esta vez ni siquiera fue recibida por los otarios embriagados de éxito que la habían ido a buscar de rodillas cuando no encontraban agua en el desierto. Furiosa y en la misma vereda de la sede, les lanzó a los gritos una maldición que incluía descender enseguida y no volver a jugar en Primera por 100 años.

Terminaron echándola a los empujones los custodios privados del club, prolijamente exonerados de la Federal.

Como podría esperar cualquier persona más cercana a la justicia que al esoterismo, en la temporada siguiente esta institución naufragó en los promedios y retornó a la B Nacional como un boomerang.

A partir de ese momento comenzó un largo suplicio que duró muchos años en los cuales el equipo desperdició sistemáticamente increíbles posibilidades de ascender.

Fue entonces que alguien recordó la maldición de aquella bruja y entonces la Comisión Directiva aprobó de inmediato pagarle la deuda con intereses si era necesario. Pero era demasiado tarde, la bruja había muerto.

Al enterarse de la noticia el miedo se apoderó de ellos como un virus que se contagia con la mirada; la desesperación inundó las instalaciones de la entidad dejándolos sin aire y sin respuesta. No había con quien negociar. “Un problema que no se arregla con dinero no tiene solución“, repetía el tesorero apesadumbrado. “Nos vamos a morir en la B, la puta que los parioooooó“, gritó el presidente y corrió a tirarse por la ventana esperando que alguno de su Comisión lo detuviera, pero como nadie hizo nada se frenó de golpe y se quedó agitado mirando para afuera pensativo.

Los católicos corrieron a conversar con sus sacerdotes conocidos para ver si se podía hacer algo, pero obtenían como respuesta que esa maldición era de otra jurisdicción y que por lo tanto no podían hacer nada, aunque si donaban dinero a la parroquia iban a tratar de mover algún contacto.

El club puso guita en parroquias, sinagogas, templos de cualquier índole y en toda la sarta de personajes nombrados al comienzo de este relato. Pero nada. Los 100 años en la B transcurrían indefectiblemente y ya las derrotas no dolían tanto porque todo el mundo sabía que estaban escritas en el destino.

Un día llegó un técnico joven y laburador que no creía en las tinieblas y con jugadores desconocidos que tenían hambre de gloria armó un equipo rápido, metedor y sin miedos que inesperadamente llegó a la punta del campeonato. Cuando les faltaba solamente un punto para ascender los dirigentes se dieron cuenta de la peligrosa encrucijada en la que habían caído. Es que si ascendían se comprobaba que era mentira la maldición de los 100 años y por lo tanto quedaría en evidencia la imbecilidad con la que se habían manejado durante tantos años, invirtiendo muchísimo dinero y esperanza en una sarta de oscurantistas fantoches impresentables. Pero si no ascendían se quedaban en la B quién sabe hasta cuando.

Finalmente dieron la vuelta olímpica y todos se hicieron los boludos.

 

Link original: http://www.niapalos.org/?p=17745

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No Comments

  1. miguelkilmes says:

    Las brujas no existen, pero que las hay, las hay… y los boludos tambien

  2. tanocervecero says:

    LA PEOR MALDICION QUE TIENE QUILMES SON LOS DIRIGENTES DE ANTES Y DE AHORA, QUE LA BRUJA DESCANSE EN PAZ……………..LES RECUERDO ESTAMOS EN EL AÑO 2014 Y VOY A SER GUARANGO…ESTAS PELOTUDESES QUE LAS CREAN OTROS, VIVAMOS LA REALIDAD!!!! QUILMES TIENE FANTASMAS!!!!! Y SON LOS DIRIGENTES QUE NUNCA ESTAN PARA SOLUCIONAR LOS TANTOS PROBLEMAS QUE TENEMOS!!!!